El ex ministro de Justicia, José María Michavila, hoy portavoz del PP opositor, ha definido a su partido como una formación de centro, al tiempo que recordaba que el PSOE está secuestrado por partidos "simpáticos", pero muy "radicales", a la izquierda de la izquierda en Europa.

 

Un día después, en declaraciones a Onda Cero, la ex ministra Ana Pastor, afirmaba que para combatir el aborto lo mejor son las medidas preventivas, es decir, no la defensa de la vida, sino la utilización de anticonceptivos o condones (suponemos), además de la conciliación de la vida familiar y profesional, y calificaba a eso como política de centro.

 

Otro ejemplo de centrismo. Dice Pastor que ya existe la ley (la hizo ella, al final del Aznarismo) para que se puedan investigar con embriones sobrantes de la fecundación ‘in vitro'. Es decir, para que se pueda matar seres con su correspondiente genoma humano, personitas llamadas a vivir. Fue la cultura barrabasada del Gobierno Aznar. Su autora: Ana Pastor.  

 

En cualquier caso, el mensaje que pretende lanzar el Partido Popular no es muy nuevo: el centro reformismo de Aznar, pero sin Aznar.

 

Al fin, vamos cogiendo qué es el centro reformismo: Una especie de entre "chicha y limoná", de nadar y guardar la ropa, de estar en misa y repicando, de estar a todas y a ninguna.

 

Lo han dicho José María Michavila y Ana Pastor, que corren con el papelón de ser los portavoces del señor del centro reformismo, de Mariano Rajoy, una tarea ardua, que merece la solidaridad de todos los hombres de bien y la compasión de todas las almas cándidas. Así que vamos a intentar ayudarles. Centro reformismo es que dos más dos es igual a cinco, siguiendo el viejo presupuesto: Siempre que un tarado afirma que dos más dos son igual a seis, y alguien le reconviene recordándole que dos más dos son cuatro, surge un tercero, que en nombre de la moderación y el diálogo (y el talante) acaban concluyendo que dos más dos son cinco.

 

Políticamente esto supone que si el adversario, el PSOE, propone el "matrimonio" gay con hijos (adoptados, claro), yo, centro reformista de pro, debo colocarme en dos más dos son cinco: "matrimonio gay", pero sin hijos. Defender que dos más dos es igual a cuatro sería un lamentable extremismo radical.

 

Pastor y Michavila, dos chicos de elaborada educación cristiana, profundizan en el centro-reformismo, otro de cuyos postulados es que todo lo existe debe ser regulado. No es que ambos sean accionistas de la sociedad editora del Aranzadi, o compendio normativo, sino que el centrismo les obliga a ello. "No podemos obviar una realidad. La homosexualidad (o la prostitución, o el esclavismo, o el hambre, o el narcotráfico) está ahí, por tanto, hay que regularlo". Dejando a un lado que toda regulación es una coerción, lo cierto es que por esa regla de tres habría que legalizar el homicidio, el robo, la estafa, así como el amor, la amistad, la solidaridad…

 

Y es que hay que obedecer a Polanco. Si Polanco dice que el PP debe alejarse de la Iglesia, pues nada, alejémonos todos. Lo impone la sensatez, la prudencia, la cordura. Lo impone, en definitiva, Polanco.

 

Eulogio López