La prensa alemana habla de "tumba millonaria" para mermar el prestigio de la marca española en el seno del Grupo y forzar su disolución o su venta
El Presidente de SEAT, Erich Schmitt, anda desaparecido de la circulación desde hace más de tres semanas. Oficialmente está enfermo, pero todo es extraordinariamente confuso. Hasta que no se cumplió la segunda semana de su "desaparición" nadie sabía nada. Las alarmas sonaron cuando faltó a la visita del embajador alemán a la planta. Alguien como él no podía dejar pasar esa oportunidad. Ahora dicen que está enfermo y el lunes 23 iba a volver. Pero su llegada se aplaza a la semana del 30 de julio, justo cuando comienzan las vacaciones, por lo que hasta finales de agosto –quizás septiembre- no volverá a estar en Martorell. Incluso la naturaleza de su enfermedad es una incógnita. Hay quien dice que esta afectado de una enfermedad tropical, adquirida en una prueba de conducción en el desierto organizada, como cada año, por el Grupo Volkswagen. Otras fuentes indican que es una fuerte infección. Nadie lo sabe, pero todos preguntan.
Simultáneamente a una enfermedad tratada informativamente como en los mejores tiempos del Kremlin, o sin irnos tan lejos, al modo Fidel Castro, desde Alemania se incrementa la presión sobre una SEAT que no acaba de despegar. Lo único cierto es que se han apuntado al plan de salidas más trabajadores de los previstas, porque la moral de la plantilla está por los suelos. Pero las ventas caen un 2% en el primer semestre, justo lo contrario que el resto de las marcas del Grupo, ya que todas suben entre el 4 y el 9%. El todo poderoso presidente del Consejo de Administración Ferdinanch Piech esta incrementando la presión sobre su fiel mano derecha, Martin Winterkorn, no sólo mediante los órganos de gestión del Grupo sino mediante filtraciones a la prensa alemana, algo habitual en las multinacionales germanas. Recientemente, el prestigioso diario Frankfuter Allgemeiner Zeitung catalogaba la situación de SEAT como de "tumba billonaria", o sea, un pozo sin fondo. Esperemos que se refieran a "billones" anglosajones -1.000 millones- y no a billones españoles –un millón de millones-.
En un momento en el que varias marcas de coches o se han vendido (Aston Martin, Chrysler) o están en proceso (Jaguar, Land Rover, Volvo), con malos resultados y con un enésimo proyecto que no acaba de despegar (además con la fatalidad de una seria enfermedad del responsable de la transformación) tal vez sea el momento de cambiar radicalmente de modelo. Definitivamente SEAT debería buscar otros accionistas que insuflasen aire fresco a una compañía cuya historia es mucho mejor que su futuro. El problema es que Piëch, que siempre ha tenido obsesión anti-SEAT y obsesión antiespañola, no encuentra comprador para la forma. Por una parte, la tiene a medio gas, de plataforma que nunca podrá despegar sin modelos y sin inversión en comercialización. Por otro lado, intenta aprovechar al máximo los créditos fiscales sobrantes. Al final, o SEAT se coloca a FIAT o a alguna marca coreana –por ahora la respuesta ha ido negativa en ambos casos, porque sobra capacidad de producción de automóviles en el mundo.- o el plan de VW es acabar con SEAT por consunción paulatina.