La revista Christianity Today entrevista a George Bush, el hombre más odiado del mundo, al menos en Europa, sobre su próxima entrevista con Juan Pablo II, el próximo viernes 4. El periodista, rendido ante la preeminencia del hombre más poderoso del mundo, pregunta si le enviará algún mensaje a Juan Pablo II, ese polaco achacoso que habita el Estado más diminuto del mundo: "No. Yo voy para escuchar… Si me atreviera a darle un mensaje, le diría: ‘Siga así'".
Bush es metodista, no católico, y Karol Wojtyla fue el Papa que ha pronunciado las palabras más duras contra un presidente norteamericano, en vísperas de la invasión de Iraq, advirtiéndole que sería responsable "ante Dios, ante su conciencia y ante la historia". Ambientes cristianos hispanos pusieron entonces sordina (especialmente en España, dada la actitud del Gobierno Aznar) a la postura del Papa. En cierto colegio cristiano donde daba una charla en la que explicaba la actitud de Juan Pablo II, alguien llegó a cortarme, de forma un tanto brusca, con las siguientes palabras:
- El Papa ha dicho que recemos por la paz y en paz.
Pues no, el Papa había dicho mucho más que eso. Nunca jamás Juan Pablo II se había opuesto de forma tan frontal y con argumentos tan severos a una guerra como a la invasión de Iraq. Es más, en otras ocasiones solicitó la intervención internacional, es decir, la presencia de tropas, para evitar masacres. Por ejemplo, en los casos de Ruanda o de Kosovo, su actitud fue la contraria, mientras guardó silencio cuando las tropas norteamericanas atacaron Afganistán en busca de Ben Laden y para derrocar al Régimen talibán.
Bush es imperialista y belicista, pero es uno de los pocos líderes mundiales coherentes con sus principios, el primero que en 30 años de la era del aborto ha dado un paso en defensa de la vida (la supresión del aborto por ahorcamiento en Estados Unidos), uno de los pocos que está dispuesto a luchar contra la demagogia progre del tercer sexo y el más activo a la hora de denunciar la nueva ingeniería social que Naciones Unidas califica como Nuevo Orden Mundial, cuando se trata de una pura tiranía demográfica.
Por último, Bush es uno de los pocos tipos que se eleva muy por encima de la camarilla que le rodea (algunos auténticos sinvergüenzas), en contra del tópico que viene a decir lo siguiente: Bush es tonto pero tiene muy buen equipo. Bush, es por último, un convencido de la libertad religiosa y de que Dios no tiene por qué ser expulsado del foro público.
Pero ha provocado una guerra injusta, cuyas consecuencias sabemos que son letales, pero no todo lo letales que pueden llegar a ser. La visita de Bush al Papa va a ser un choque de voluntades tremendo, porque Juan Pablo II es de los que no se callan ni debajo del agua. Y, desde luego, el único que sería capaz de cambiar a Bush es el Pontífice Wojtyla. Esperémoslo. Eso sí, el antiamericanismo ramplón que recorre Europa e Hispanoamérica, más bien ayuda poco en esta entrevista crucial.