Recientemente era el presidente de la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA) quien advertía que jamás había visto tan pesimista a los alemanes como en el momento presente. En efecto, todo indica que la locomotora europea tardará mucho en volver a tirar del tren. En la mañana del viernes 25, se hacía público el índice IFO, o encuesta en la que los empresarios hablan sobre su confianza en el futuro. A pesar de que se esperaba una subida (a fin de cuentas, Alemania ya no está en recesión, como en 2003), el índice se hundió desde 96 a 94,6. Los empresarios germanos no tienen confianza en su economía e incluso califican a la baja sus expectativas de futuro (¿Más baja que ahora?).

Por otra parte, también en la mañana del viernes, el Banco del Japón decidió mantener los tipos de interés en el 0%, porque sigue sin confiar en el crecimiento de su economía y considera que debe animarla desde la palanca monetaria (que lleva sin darles resultados desde hace un trienio).

Por ultimo, ya se ha convertido en un consenso de mercado que la economía mundial más disparada, la de China, corre serio peligro de recalentamiento, es decir, de inflación galopante que echaría a perder todo lo conseguido hasta ahora. Y también hay consenso sobre el hecho de que los dos grandes déficits norteamericanos (fiscal y exterior) pueden arrastrar al resto del planeta. En especial, el nuevo director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Rodrigo Rato, es el más insistente en el divieso estadounidense, como si el bueno de don Rodrigo se hubiese empeñado en que George Bush perdiera las elecciones de noviembre. Y Europa, desde luego, no puede, o no sabe, sustituir a Estados Unidos.

En definitiva, a pesar de las estadísticas, una ola de pesimismo económico recorre el mundo. Eso sí, como es sabido, la economía es, ante todo, psicología. Como decía Keynes: si los inversores creyeran que cuando vienen las golondrinas la bolsa sube, cuando vinieran las golondrinas la bolsa subiría. De hecho, en economía la imagen suele crear la realidad. Todo un peligro.