Sr. Director:

Las inquisiciones y los ataques y acosos a las personas por expresar su opinión me dan miedo y las rechazo. He de solidarizarme con sus víctimas.

Las inquisiciones son de muchos colores: negra, roja, amarilla o rosa. En este caso, me da miedo la inquisición rosa, que son unas maneras y procedimientos que utilizan los fanáticos del  homosexualismo para imponer sus tremendas ideologías.

Por ejemplo, a veces puede darse el caso de que den charlas pro-homosexualismo a los alumnos de los colegios e  institutos de Andalucía, Madrid o Valencia o Castilla-León,  sin que los padres los hayan autorizado a "comerles el coco" a los hijos. ¿Es eso adoctrinamiento pro ideología homosexual? ¿Les gustan a los padres esas doctrinas del homosexualismo? ¿Acaso no es razonable que a los padres que les guste la ideología homosexualista, que autoricen a sus hijos que se les den charlas y a los que no, que los dejen tranquilos o no? 

He tenido conocimiento de que la Asociación Gylda ha denunciado ante la Fiscalía al sacerdote don Carlos Moreda de Lecea por el artículo que publicó en su medio el pasado mes de julio. Quiero mostrar mi apoyo al señor Moreda, a la vez que me adhiero a su postura de defensa del verdadero matrimonio. 

Vaya por delante mi respeto hacia todos los homosexuales quienes, como cualquier otro ser humano, gozan de derechos y libertades inalienables. No obstante, me resulta, cuando menos sorprendente, la reacción de Gylda ante el artículo de don Carlos Moreda en el que, por más que lo leo, no encuentro ni justificación de racismo (¿qué tiene que ver el racismo con la homosexualidad?) ni de la homofobia. Simplemente, se limita a defender el matrimonio como unión de un hombre con una mujer y a advertir de las nefastas consecuencias de la desnaturalización de esta institución. 

Recientemente se han publicado estudios que desvelan que la población homosexual española es aproximadamente del 1%, dato que basta por sí solo para concluir que no es suficiente para cambiar la que probablemente sea la institución más antigua de la Humanidad. Hay en España muchos más musulmanes que homosexuales ¿Por qué no se admite como matrimonio la poligamia, o la poliandria, libremente querida por hombres y mujeres mayores de edad? ¿Por qué los familiares no pueden casarse entre sí, si libremente lo desean? No existe discriminación alguna al impedir el matrimonio entre personas del mismo sexo. Simplemente, como indica don Carlos Moreda, es tratar de modo distinto situaciones esencialmente desiguales y, como siempre, con todos los respetos.

Vanesa M. García

marcoscantabria@terra.es