Quizás incluso me haya leído alguna vez, pues en todos estos años he publicado miles de noticias, reportajes y entrevistas en las secciones de Economía, Cultura, Madrid, Regiones y Sociedad del ABC.
De ahí que me atreva a escribirle esta misiva con la esperanza de que, si en otros momentos ha tenido tiempo de leerme cosas que a mí poco me importaban, a lo mejor también ahora puede leerme algo que realmente sí que me importa, y muchísimo.
Verá: aunque tengo más o menos su edad, resulta que mi empresa quiere jubilarme de manera obligatoria y, a cambio de mis servicios prestados, pretende compensarme con un máximo de 18 meses de sueldo. Pero lo peor de todo no es eso, sino el hecho de que la misma tropelía quiere cometerla también con otros 207 (doscientos siete, sí) compañeros, la mayoría de ellos casados y con hijos.
Para conseguir algo tan ruin e inmoral, ha planificado y redactado un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que, a mi juicio, además de vergonzoso, es clara y sencillamente ilegal. De ahí que le pida su ayuda, con el fin de que no permita esta brutalidad, la cual afecta (y perdone mi insistencia) a 208 familias.
Me atrevo a realizar esta petición en base a que en las dos últimas elecciones generales le he votado a usted como presidente del Gobierno del Reino de España. Quizás esto último le resulte raro, teniendo en cuenta la ideología que defiende mi periódico, pero yo soy periodista (sólo eso) y no estoy obligado a pensar como piensan quienes pagan mi nómina, la cual siempre me la he ganado con el sudor de mi frente y sin vender nunca, se lo aseguro, mi conciencia por un plato de lentejas.
De ahí que más de una vez haya tenido que caminar por el filo de la navaja, y a veces por el filo del cuchillo. En fin, que usted ya me entiende lo que le quiero decir... No le sorprenda, por tanto, verme en la lista del ERE que esta misma semana tiene que ser examinado por su Gobierno para su aprobación o rechazo.
Por favor, señor pesidente, hágame caso: escuche el clamor de 208 familias, imagínese las lágrimas sin llanto de mi hijo Pablo, de 10 años, cuando se enteró de que me quieren echar a la calle, comprenda la sinrazón de esta decisión empresarial que a nadie beneficia... y no lo dude: diga no al ERE de ABC, diga no a la injusticia, diga no a la prepotencia, diga no a la cobardía, diga no a la inmoralidad... y diga no a quienes usan la crisis económica para su propio beneficio, sin ni siquiera comprender lo que significa la palabra compasión.
Usted, señor presidente, bien lo sabe: es mi última esperanza: nuestra última esperanza. No nos falle, y sobre todo no le falle a Pablo, el niño que derramó unas lágrimas tan amargas que ni siquiera tuvieron el eco del llanto. Porque dése cuenta de que esa escena de perlas húmedas saliendo por los ojos de la inocencia sin duda que también se habrá repetido en otras 207 casas, en otras 207 familias... No permita que se derrame tanto sufrimiento innecesario.
Permítame, en fin, que me despida con un fuerte abrazo, no sin antes comunicarle que, debido al contenido de esta carta, espero que comprenda que de la misma envíe una copia a la Dirección de ABC y otra al Comité de Empresa que nos representa a todos los trabajadores de esta antigua Casa y actual compañía de Vocento.
Luis Miguel del Barrio
amfigueras@telefonica.net