Que a un padre le retiren la custodia por maltratar a su hijo es lógico. Sobre todo si el maltrato es real, porque ya hemos hablado en Hispanidad de la denuncia de malos tratos como arma arrojadiza para ganar juicios (la denominada bala de plata). Pero ¿por qué no se sigue la misma pauta cuando la agresora es la madre? Nos referimos, por ejemplo, al caso de Antonino Machancoses, padre de una niña de seis años que denunció la desprotección a la que se veía sometida su hija, cuya custodia corresponde a la madre.
La sentencia se ha pronunciado después de escuchar al psicólogo, Alejandro Guillem, que examinó a la menor. El experto reconoció en dos ocasiones que la madre había abusado de la niña. Tras su primera declaración elaboró un informe ocultando esta apreciación y aconsejó que la custodia siga siendo para la madre debido tanto a la adaptación como a la vinculación de la menor al ámbito familiar materno. Al conocer que existía una grabación de su testimonio oral, Guillem admitió de nuevo la existencia de abusos por parte de la madre, pero argumentó que la menor estaba más adaptada. En esta página web pueden encontrarse los detalles del caso y la grabación.