El Consejo sorpresa -era comisión Ejecutiva elevada a Consejo extraordinario- del pasado jueves, del que ha dado cuenta el diario Expansión terminó de forma amistosa, pero sólo eso. Cuando el principal accionista de Iberia, Caja Madrid, asimiló la información de los ingleses sobre el fondo de pensiones (conocido en Iberia como el pozo sin fondo) ha dado un ultimátum: o se consigue la fórmula jurídica para que, una vez fusionadas el coste del fondo no recaiga sobre Iberia o hay que dar por zanjada la fusión. Según los ingleses, dicha fórmula es posible, especialmente en un modelo de concentración en que se mantendrán ambas marcas, pero en Caja Madrid, y en la propia Iberia, hay muchas dudas. Si matrimonias con alguien antes o después asumes lo bueno y lo malo de ese alguien.
Por otra parte, ni en Caja Madrid ni en Iberia tienen claras las cifras de los británicos, que calculan en 2.000 millones de euros -lo mismo que su capitalización- las minusvalías del fondo. Tanto es así que en el consejo de marras se inquirió a British por la posibilidad de que los trabajadores beneficiarios (unos 100.000 en total) aceptaran cambiar las condiciones del fondo, que es de prestación definida. Los británicos ya advirtieron que eso era soñar.
Por tanto, la fusión se encuentra en un momento clave: o se encuentra la fórmula jurídica que exonere a Iberia o simplemente habrá que anularla.