La iniciativa Cuarenta días por la Vida tiene su enjundia. Y el que quiera seguirla ya puede empezar a rezar, porque lleva varios días de retraso.

En efecto, el 25 de marzo se celebra la Fiesta de la Anunciación, que en muchos países, se ha convertido en el Día del Niño por Nacer, nueve meses antes de la Navidad. Lógico, si consideramos que vivimos en la era abortera más homicida de la historia. Homicida, no genocida, dado que somos tan tolerantes y pluralistas que no hacemos acepción por raza: nos cargamos a los no nacidos sin discriminarles por el color de su piel: todos ellos tienen el mismo derecho a ser descuartizados.  

Pues de igual forma que el arzobispo de Madrid aprovecha la celebración de la festividad religiosa de la Sagrada Familia para reivindicar la familia  natural, con una Eucaristía en la madrileña Plaza de Colón -ya lleva dos ediciones y ZP ha prometido que acudirá, feliz y contento, a la tercera- debería aprovechar la festividad de La Anunciación para convocar de nuevo a los fieles a una eucaristía el domingo 22 -o el 29, alrededor del 25, que coincide con el Miércoles de Ceniza. Porque si la lucha por la familia exige mucho, la pugna por la vida, también. ¿Y qué mejor arma para la Iglesia que la eucaristía? Sería estupendo.

Eulogio López

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