- La mayor sequía de los últimos cincuenta años en Estados Unidos, amenaza con generar una de las mayores crisis alimentarias del siglo.
- Al mismo tiempo, son muchas las multinacionales que acaparan cultivos ofreciendo precios a las cooperativas por encima del mercado.
- Y no sólo eso, también adquieren grandes extensiones de terreno en el tercer mundo.
- Ni en Europa ni en Estados Unidos, parece haber iniciativa alguna para reformar la Política Agraria Común y las Farm Act.
En la portada de este viernes del diario Financial Times se anuncia la llegada de una nueva crisis alimentaria, algo que ya anunciaba Hispanidad en los últimos meses.
De acuerdo al rotativo británico, el principal motivo de la inminente crisis alimentaria es que Estados Unidos está padeciendo la mayor sequía de los últimos cincuenta años, algo sin duda de notoria gravedad, ya que EEUU es el principal productor a escala mundial de materias primas tan básicas como la soja o el maíz -EEUU produce más de la mitad de este último-. No obstante, la cuestión de la crisis alimentaria requiere un profuso análisis ya que los fenómenos naturales -como la sequía- contribuyen únicamente de manera parcial a que se produzca la carestía alimenticia, que no tendría lugar si no ocurriesen otros factores mucho más peligrosos.
Aunque parezca sorprendente, la previsible crisis alimentaria es en su esencia una crisis análoga a la financiera, ya que ambas se definen por un aspecto clave: la especulación.
No es un secreto que, al igual que se especula con la deuda de los países o con los ahorros de las personas, se especula también con el precio de los alimentos. No obstante, en la actualidad se están produciendo fenómenos especulativos en materia alimenticia que constituyen una auténtica novedad. En esta tendencia, uno de los métodos especulativos más sorprendentes es la adquisición por parte de grandes multinacionales -principalmente fondos de inversión- de la producción desarrollada por las cooperativas agrícolas, a las que las multinacionales les ofrecen un precio superior al del mercado y, así, pueden fijar libremente el precio futuro que desean por las materias primas -ya que son ellas las que controlan las materias primas-.
Todo ello nos lleva a un modelo especulativo absolutamente igual que el financiero, pero más peligroso, ya que pone en riesgo que millones de personas puedan contar con los alimentos básicos.
Otro hecho sorprendente, es que se ha conocido que también algunas multinacionales se están dedicando a adquirir grandes extensiones de terreno en el tercer mundo -principalmente en los países menos desarrollados de África y Asia-, terrenos que adquieren a un precio muy reducido debido a la imperiosa necesidad que arrastran sus dueños, y así logran frenar la producción en los países del Tercer Mundo, lo que ineludiblemente lleva a un aumento del precio de los alimentos, cuando no a la hambruna.
No obstante, además de la especulación alimentaria y la climatología adversa, existe un tercer motivo que acelera la llegada de la crisis alimentaria. Un motivo permanente que viene de atrás: la Política Agraria Común (PAC) de la Unión Europea -que absorbe la mayor parte del presupuesto comunitario- y su proceso paralelo, las Farm Act, en Estados Unidos. Ambas políticas se han dedicado a subvencionar a los agricultores del primer mundo para que no produjesen alimentos, con el consiguiente perjuicio a los productores del tercer mundo, bajo el famoso lema de que el mundo occidental estaba plagado de 'montañas de mantequilla y lagos de leche'. Pues bien, la especulación y la subvención descontrolada, han hecho que en esas montañas, antaño llenas de mantequilla, no quede más que valle y que esos blancos lagos se hayan quedado secos, al mismo tiempo que cada día se incrementan los precios de las materias primas más básicas, que ya no sobran sino que más bien escasean.
Todo ello presagia la llegada de una crisis de calado profundo, que puede ser aún más grave que la financiera, ya que el hambre lleva al ser humano a la desesperación, y no estamos precisamente en una situación histórica en la que las personas puedan soportar mucha más desesperanza.
Hay que tener en cuenta que las crisis económicas del siglo XX han sido crisis de sobreproducción (sobraban alimentos pero los países ricos protegían a sus agricultores por la vía del subsidio). Ahora, en el siglo XXI, por vez primera, por mor de la especulación con los alimentos, podemos estar abocados a una crisis alimentaria. Más que porque falten alimentos porque se mantendrán en unos precios inasumibles para los países pobres.
Gabriel López
gabriel@hispanidad.com