La ceremonia de la confusión, promovida contra Tomio Borg tras la propuesta de su país para comisario de Salud y Política de Consumidores de la Comisión Europea, se ha iniciado con ayuda de potentes medios de comunicación, como es el caso de "El País" en España.
A la espera de que se produzca la votación en el Parlamento Europeo se ha desatado una campaña que tiene mucho más de persecución contra quienes se confiesan cristianos, que del necesario control de las cualidades técnicas y profesionales del candidato.
El sectarismo campa a sus anchas y pretende imponer una Europa del pensamiento único nihilista. Sin duda, eso sería traicionar la auténtica vocación europea. El ejercicio de la política no puede ser incompatible con la confesión de la fe ni con la capacidad de ofrecer argumentos de razón que puedan ser reconocidos por todos.
Si se repite la historia del caso Butiglione no seremos los católicos los perjudicados, sino el entero proyecto de la Unión, cada vez más irreconocible. Es una lástima, pero la actual Unión está perdiendo el espíritu de sus fundadores.
Domingo Martínez Madrid