Nadie como el gran Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal norteamericana (no se jubilará, sino que se morirá en ella) ha sabido controlar a los operadores bursátiles, a los bancos de inversiones y a los mercados financieros globales, pero lo ha conseguido. Su táctica es parecida a la del Banco Popular en España: un exceso de información resulta tan opaco para la mayoría como la escasez. El ideal de Greenspan en el manejo de la información, podría resumirse así: "Si quieres esconder un elefante en la Quinta Avenida, llena la Quinta Avenida de elefantes". Que es lo mismo que decía el jubilado José María Amusátegui de sus colegas del Popular: "Son tan transparentes que nunca te enteras de lo que pasa dentro".
Greenspan sólo cree en el amigo, no en el golpe. Sabe que la política monetaria sólo sirve mientras mantenga los espejismos del pasado. Porque, por sí misma, no significa nada. El volumen real que mueve la política monetaria, es mínimo, pero su efecto psicológico, más bien propio de un espejismo, es mucho, gracias a la técnica Greenspan de anunciar subida de tipos y aplicarla cuando corresponda. Se supone que el próximo miércoles, la reserva Federal subirá tipos, pero todo el mundo, en todo el planeta, se está anticipando ya a esa subida, cuyo alcance, además, se desconoce. El mundo baila al son de Alan.