No estoy defendiendo a Hamas, pero tampoco puedo defender al ejército de Israel, que quizás tú no viste actuar como yo.

Sr. Director:

Soy uno de tus "fans". Te leo todos los días, remito tus editoriales a amigos y te cito. Por una vez estoy en desacuerdo:

Dices, al igual que el mariscal Soult y el mariscal Scuhet, que quizás llevaban a cabo "un castigo excesivo (contra poblaciones españolas) pero es difícil luchar contra un ejército que no da la cara" (a los que llamaban "bandoleros"); se justificaban porque las tropas imperiales napoleónicas eran "un ejercito que pelea en campo abierto". No contra terroristas, añade tu texto.

Entendámonos: no estoy defendiendo a Hamas, pero tampoco puedo defender al ejército de Israel, que quizás tú no viste actuar como yo.

Lo que allí ocurre me obliga (a mí) a guardar silencio desde hace años.

Sólo me limito a dar algunos pasos como el dado hoy, con profundo dolor porque se que la mayoría de los amigos a quienes me he dirigido les disgustará. Es mi sentimiento como católico, no como periodista (como tal guardo silencio).

Os invito a que recemos por Tierra Santa; por todos, los verdugos y las víctimas de uno y otro bando. Recemos especialmente por los 45.000 palestinos católicos de Gaza, silenciados entre los buenos y los malos, víctimas de los malos y de los buenos, -a los que nunca nadie menciona en éste mundo de "prensa libre"-,  para que el Señor les dé un corazón misericordioso y puedan padecer y perdonar a los que les  están haciendo tantísimo mal, siguiendo así el ejemplo de nuestro Señor Jesús en su pasión y muerte. Que Él los mantenga firmes en la fe en estas semanas de tanto dolor.

Recemos también por los 70.000 católicos de las diversas iglesias que viven en Israel, para que no caigan en la tentación del odio. Y recemos entre nosotros, los unos por los otros, para que en esta larga tragedia tengamos igualmente un corazón misericordioso con cuantos participan en los bandos enfrentados.

Armando

arp41228@wanadoo.es