Sr. Director:
Se quejan los inmigrantes y sus voceros porque van a tener que pagar por ser atendidos en la sanidad española.

Y yo me hago algunas preguntas: ¿Por qué tiene que ser España el único país de la UE en donde la asistencia médica sea totalmente gratuita para los extranjeros que no cotizan? ¿Por qué a los españoles se les desactiva la cartilla de la Seguridad Social tras cuatro meses de haber dejado de cobrar el paro, mientras que a los inmigrantes se les activa, y de por vida, desde el momento en que ponen el pie en España?

Yo soy funcionaria, y se me ha negado dos veces la asistencia en la Seguridad Social. Los hechos tuvieron lugar en 2006, en el Hospital de Calella. Trabajaba en esos momentos en el colegio Mare de Déu de Montserrat de Malgrat de Mar. Un mediodía tuve una crisis de epilepsia. Mis compañeras llamaron a una ambulancia y me trasladaron a dicho Hospital.

Como tengo por costumbre cuando voy a algún centro médico, saqué la cartilla de mi mutua, DKV, pues bien, la persona que estaba en recepción nos dijo que "no me podían atender porque de las mutuas tardaban en pagar".

En las urgencias había algunos musulmanes. A ninguno de ellos se les preguntó si trabajaban y cotizaban y, por lo tanto, si habían pagado por adelantado el servicio que se les iba a ofrecer.

Dentro de la obnubilación que conlleva una crisis de epilepsia, recordé que al cumplir los 40 años la Seg. Social me había enviado la tarjeta sanitaria por si quería ir allí a hacerme las revisiones de cáncer de mama. La busqué en el monedero y la entregué. En ese momento accedieron a visitarme.

Unos días después tuve un rifi-rafe con el inspector. Mientras estábamos en el claustro empecé a sentir un fuerte dolor en el pecho. Era una crisis de ansiedad, pero los síntomas son los mismos que los de un infarto de miocardio. Y la historia se volvió a repetir: "no me atendían porque de las mutuas tardaban en cobrar". Los dolores eran tan intensos, que fueron mis compañeras quienes me quitaron el monedero y buscaron la tarjeta sanitaria.

Así que, nosotros pagamos y no tenemos derecho a utilizar los servicios cuando los necesitamos, y ellos, sin haber cotizado un solo céntimo a la Seguridad Social, tienen gratis los medicamentos, pasando por delante de nuestros mayores que ahora tienen que pagar.

Mª Ángeles Santiago y Miras