Pero hay algo que sí me ha gustado. De las lista de Midas que encabeza el mexicano Carlos Slim, sólo un 13% es rico por su casa. El resto, nada menos que el 87%, se ha hecho rico gracias a su trabajo. Eso mola. Posiblemente repetirán el ciclo de abuelos ricos, hijos tontos, padres pobres, pero esa es otra cuestión.
Y les ha costado años porque sólo el 27% tiene menos de 54 años y el 45% más de 65.
No, no me parece tan mala noticia.
En cualquier caso, piensen que a la gente no hay que juzgarla por lo que gana sino por lo que gasta. Si lo ha ganado honradamente nada tengo que oponer. Y si ha creado una empresa de éxito y debe seguir manteniendo el dinero necesario para mantener el control seré indulgente en mi juicio. Siempre, claro está, se dedique al bien común.
Pero luego hay que saber en qué emplea su patrimonio personal, lo que gasta. He conocido a presidentes de grandes corporaciones tan ricos como austeros. Un ejemplo, Luis Valls (en la imagen). Y he conocido gente que utilizaba su patrimonio personal para su proyecto pero también para ayudar a otros menos pudientes o directamente impecunes.
Eulogio López
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