Sr. Director:
Solidaridad en las relaciones laborales, más allá de la manoseada reforma jurídica en nuestro país, o de los proyectos sobre jubilación y pensiones que se debaten también en Gran Bretaña, Francia o Italia, como cara externa y grave de la crisis del Estado del bienestar, en gran medida derivada del invierno demográfico.

 

Para este, como para tantos otros temas, la doctrina social de la Iglesia propone principios de reflexión, extrae criterios de juicio, ofrece orientaciones para la acción.

Pero, al cabo, las decisiones legislativas, sindicales y empresariales son muy técnicas, y están abiertas a diversas soluciones. Lo que no puede hacer un cristiano es actuar como si el trabajo fuese una mercancía llamada recursos humanos.

Y esto, no sólo vale para los empresarios sino también para los sindicatos, más aquellos que se autodefinen como de clase.

José Morales Martín