Choque de trenes con las instituciones financieras

El vicepresidente económico, Pedro Solbes, ha anunciado que -además de la paga de los 400 euros- la ‘hipoteca Solbes' será una de las prioridades para esta legislatura. Añade también que deberán de resolver los problemas con los fedatarios públicos y las entidades financieras. Y no son pocos problemas, porque Solbes pretende colocarse en mitad de una operación entre particulares, intervenir y que el notario de fe a coste cero. El círculo cuadrado.

Y sobre todo: ineficiente. Porque lo que Solbes pretende es que a las familias con mayores dificultades económicas se les pueda alargar la hipoteca para que la letra sea más liviana y soportable. Pero ocurre que esa brillante idea ya la han tenido las entidades financieras hace mucho tiempo. Los bancos no son inmobiliarias y lo último que desean es ejecutar el préstamo. Así que si hay que alargar, se alarga. Todo menos el impago.

La mayoría de las nuevas hipotecas, además, ya son flexibles. Algunas mantienen fija la cuantía de la letra y es el plazo el que se modifica en función de las variaciones de tipos. Otras suspenden el cobro si uno pierde el empleo. Otras, permiten amortización anticipada o incluso cambios en las condiciones de la hipoteca. Todo eso ya existe y de manera universal. Forma parte de la flexibilidad de nuestras sociedades: las entidades se adaptan a las necesidades.

Por eso el intervencionismo de Solbes resulta tan perjudicial. No arregla nada y lo entorpece todo. Porque si es él quien paga los costes de la flexibilidad, ¿no está introduciendo ventajas competitivas a quien no se ha adaptado y ha incurrido en costes para ello? Y por otra parte, ¿cuánto pagará por la flexibilidad, lo que le diga el banco? Y si lo que ofrece no satisface, ¿obligará a las entidades a realizarlo?

En fin, que como el préstamo para el carnet de conducir: el intervencionismo estatal introduce mucha burocracia (que hay que pagar), complejidad a las relaciones y casi nunca arregla nada.