Sr. Director:
Es verdad que cualquier monocultivo puede empobrecer la tierra por captación de los nutrientes: para pruebas véase lo que ha sucedido a través de los siglos.

Pero también es cierto que la rotación de los cultivos enriquece a la misma pues va dejando unos u otros nutrientes (nitrógeno, fósforo, potasio, etc.) para la siembra alternada de otra especie vegetal, con necesidades nutricionales distintas y complementarias.

La agrotecnología ha avanzado mucho y aplicándola correcta y racionalmente se pueden producir los alimentos que tanto necesita la humanidad sin provocar las catástrofes anunciadas por los apocalípticos. Es necesario dejar de lado los prejuicios que, como tales, abrevan en el mar de la ignorancia.

También tienen mucho que ver la construcción de discursos populistas que identifican a los productores como los "terratenientes o la oligarquía vacuna" (en Argentina, por ejemplo) cuando son muy pocos actualmente los campos inmensos que conformaban las estancias de principios del siglo XX.

Esto ha quedado en el imaginario colectivo como un mito fogoneado por las izquierdas que terminan haciendo el reparto o "redistribución de la riqueza" entre sus burócratas, máquinas de robar e impedir. (Aclaremos que, actualmente, tenemos unos cuantos dirigentes sindicalistas y políticos verdaderos "neoterratenientes" que practican la justicia social para sus bolsillos, de mano del campo).

En el caso de Paraguay, se mantiene una concentración de campos en manos de pocos y, posiblemente, Lugo se incline a seguir la tendencia de devolver las tierras a sus dueños originales, o sea que aplique una política favorable al movimiento indigenista, como vemos en Bolivia y también en otros países latinoamericanos.

Pero no le echemos la culpa a la soja pues si, como he dicho, se aplican estrategias y tácticas operativas basadas en datos científicos y tecnológicos probados y aprobados como eficaces, no va a llegar la sangre al río.

Alicia Álvarez

alvarezalicia@hotmail.com