"Quiero creer que la política será ajena a la decisión de las autoridades de competencia británicas"
Halifax Bank of Scotland (HBOS) trata de ganarse el favor del primer ministro británico Tony Blair, mientras que populares y socialistas españoles observan con buenos ojos la expansión internacional del Santander Central Hispano (SCH) en el mercado británico: "Lo que es bueno para el Santander es bueno para España". Socialistas y populares temen que la decisión de los organismos de competencia británicos tenga componentes más políticos que técnicos.
Tal y como informábamos el lunes 2, HBOS comunicó al mercado de valores británico el mantenimiento de conversaciones de compra con el Abbey, si bien matizó que, de momento, no se ha planteado una oferta formal. Por su parte, la "abadía" británica recuerda que sólo tiene una oferta encima de la mesa, aunque añade que la obligación con sus accionistas es estudiar todas las operaciones que se presenten.
Por su parte, el Santander declina hablar de otras ofertas. Don Emilio ya anunció que el Abbey está en precio, o sea, que no pensaba pujar por ese 12% de mercado hipotecario que representa la "abadía". No obstante, Botín también señaló que estudiaría todas las contraofertas, en caso de presentarse. El silencio como respuesta evidencia el malestar en el banco cántabro.
De momento, HBOS está en cocina. Sabe que la cuota de mercado conjunta -45% del mercado- hará difícilmente aceptable la operación para las autoridades de competencia nacionales. Las mismas que en el año 2001 vetaron la operación de concentración con el Lloyds por el mismo motivo. Pero ahora las cosas son diferentes. La amenaza es que el Abbey pase a manos españolas. Unas manos que, además, probablemente apliquen la tijera aligerando la plantilla y generando desempleo.
Y eso resulta de difícil digestión para la soberbia británica. Así que Halifax ha aprovechado para despertar un viejo sueño buscando el apoyo del Gobierno británico. Podrían vestir el muñeco bajo el prisma de mercado europeo. Un 45% de cuota en Gran Bretaña es mucho, pero si nos fijamos en la cuota comunitaria, la concentración deja de existir. El mismo argumento utilizado para aprobar en España la fusión de las plataformas digitales. Y el mismo que también se utiliza para defender que, aunque una caja de ahorros tenga una presencia preponderante en una zona, eso no significa ausencia de competencia, si tenemos en cuenta su cuota en el mercado nacional.
Todo muy bonito, pero disfraz a fin de cuentas. Porque el verdadero argumento no es la óptica del criterio de competencia, sino evitar que un español entre en el mercado británico. Al menos, eso es lo que temen los políticos españoles. Y contra el nacionalismo británico, nacionalismo español: "Lo que es bueno para el Santander, es bueno para España". Doctrina Wilson.
Y aquí sí que hay consenso. Socialistas y populares observan con buenos ojos la entrada del Santander en Gran Bretaña: "Es un cascarón de proa importantísimo para otras empresas", señalan. Y ambos coinciden también en temer que la política se mezcle en una decisión empresarial. "Quiero creer que no será así, pero ya sabe usted que los ingleses son muy suyos", señala a Hispanidad.com un diputado.
Ambos partidos han anunciado que si observan intromisiones políticas en la operación bancaria, recurrirán a los servicios de Defensa de