El anuncio de venta de la división de móviles implica otra reducción de plantilla, especialmente en Aragón. Magdalena Álvarez quiere saber cuánto factura el grupo alemán con la Administración española. Macià Alavedra es otro de los conseguidores de Siemens para Repsol o Endesa; Carlos Mariñas cumple el mismo papel en Telefónica
La multinacional alemana Siemens, propiedad de la familia Siemens y del gotha financiero (y político) alemán (por ejemplo el Deutsche) es la empresa que más contratos obtiene de España y menos ofrece a cambio. Las redes de telefonía de Telefónica y AUNA, los trenes de alta velocidad, los mejores y más caros equipamientos de electromedicina para el Insalud, las centrales de ciclo combinado, estrella inversora del sector energético, una buena cuota de los terminales de telefonía móvil, parte de la obra civil y de bienes de equipo, la mayor potencia en electrodomésticos (Siemens-Bosch-Balay), ordenadores (Fujitsu): en España, todo lo hace Siemens, aunque en nuestro país fabrique bien poco. Siemens tiene 450.000 trabajadores en todo el mundo, y afirma que en España proporciona salario a 9.000 personas. Pero lo cierto es que esa cifra no deja de disminuir, y que en ella incluye factorías conjuntas, como las de Balay en Zaragoza o como los restos de la antigua fabricante de telefonía móvil Amper, que llegó a tener más de 3.500 trabajadores en nómina. Por tanto, a la empresa no le gusta hablar de trabajadores en España, sino de colaboradores. Y el que quiera aprender, que vaya a Salamanca.
En otras palabras, Siemens recibe mucho de España y da muy poco. De hecho, la multinacional alemana, que en España lidera Eduardo Montes, lleva a cabo un proceso de deslocalización oculta, cuyo único objetivo consiste en mantener los contratos y reducir plantilla. El nuevo presidente de la multinacional Klaus Kleinfeld, ha anunciado que busca socio industrial para su división de telefonía móvil, precisamente la que patrocina al Real Madrid de Florentino Pérez. Lo cierto es que, como ya ocurriera con informática o con electrodomésticos (Fujitsu y Bosch) lo que está buscando Kleinfeld es un comprador para un negocio ruinoso. Venta o joint-venture que acabará implicando más recortes de personal en empresas españolas básicas.
Y el proceso dura ya 20 años. Es más, el proceso de colonización español de Siemens no disminuyó cuando su cúpula directiva fue juzgada por sobornos, especialmente con los primeros AVEs. Es más, Siemens ha vuelto a llevarse el gato al agua en esta segunda época de la alta velocidad española, que comenzó con el PP y prosigue con el Gobierno Zapatero. Aunque un ex ministro socialista, como Julián García Valverde, aún se sienta en el banquillo de los acusados, Siemens sigue construyendo material ferroviario y trenes de altas prestaciones... y cabreando a la titular de Fomento, Magdalena Álvarez, por sus retrasos en la entrega de unidades para Renfe. Álvarez, que no es conocida por su delicadeza, quiere ahora saber cuánto se lleva Siemens de la administración española.
El actual presidente de Siemens, Eduardo Montes, ha logrado crear toda una red de conseguidores tanto en el sector público como en el privado, capaces de hacerse con importantes contratos par Siemens. Baste con citar dos nombres: en Telefónica, Carlos Mariñas, ex miembro del Comité de Dirección de la multinacional en España. Con Endesa y Repsol, Gas Natural, el ex consejero de la Generalitat (primero de Industria, luego de Economía) Macià Alavedra.
Por eso no es de extrañar que todo el mundo disfrute cuando es invitado a la cena de Navidad que Montes ofrece en su casa de la Moraleja: en ella, los puestos en la mesa se deciden por sorteo (una táctica sin duda muy emocionante) y los selectos invitados, mitad políticos, mitad empresarios, se regocijan con alguno de los espectáculos (circo, música, teatro) con los que les obsequia su anfitrión.
En definitiva, el gobierno Zapatero se está replanteando las relaciones con Siemens. Aunque se trata del representante de Alemania en España, y ya se sabe que los amigos de Zapatero son Francia y Alemania, aunque nadie sepa el porqué.