¿Necesitamos un Papa joven y vigoroso Insisto: que no se busca un delantero centro para el Real Madrid, sino al Vicario de Cristo en la Tierra. Y como recordara Juan Pablo II: la Iglesia no se gobierna con los pies.

No hombre no, no necesitamos un Papa joven, sino un Papa valiente y jocundo. Aún más jocundo que valiente.

Lo primero que debería decir el nuevo Papa, que será Papa y mártir, casi seguro, son las mismas primeras palabras de Juan Pablo II cuando salió al balcón del Vaticano: "No tengáis miedo". La segunda podría ser también del polaco Wojtyla. Recuerden cuando, en el tramo final de su vida, hecho un cascajo, atravesó entre un grupo de cardenales, cojeante, renqueante, hecho una piltrafa y, cuando llegó a los pies del estrado, se volvió hacia la concurrencia, levantó el bastón y exclamó:

-Epuur si muove (Y, sin embargo, se mueve).

Es decir, la pedantería enorme de Galileo aplicada a la fisionomía declinante de un anciano. O como él mismo repetía: la Iglesia no se gobierna con los pies.

Yo no quiero un Papa joven. Me importa poco su edad. Lo que quiero es un Papa cachondo (bueno, jocundo), un Pontífice cuyo sentido del humor desdramatice el tiempo actual, con una ironía que demuestre que no es él quien guía al rebaño sino en calidad de vicario. Y les aseguro que desdramatizar es importantísimo. Aunque sólo sea para que nos volvamos menos hipócritas, menos agoreros y un poquito más auténticos.

Y el sentido del humor no es patrimonio de la juventud, como la diferencia entre risa y sonrisa no es patrimonio de ninguna de las cinco edades de la vida (¿o eran tres). La sonrisa es propiedad de la serenidad de vida y de la confianza en la Providencia. Además, sólo los tontos confunden la alegría con la frivolidad.

Por lo demás, este Cónclave va a resultar muy divertido porque Benedicto XVI les ha pillado a progres y otros agonías en fuera de juego. De hecho, no tenían preparado su candidato -no lo tenía nadie- y el mariachi cristófobo está haciendo la 'duo diligence' de cada uno de los 115 cardenales electores, que se suponen son también elegidos. Un trabajo agotador.

Figúrense si será agotador este trabajo que uno de los cronistas romanos enviados por el intrépido director de El Mundo, Pedro José Ramírez (otro que no puede ser Papa, dado que no está en disposición de recibir el orden sacerdotal), asegura que el primer cometido de los capelos reunidos en el Vaticano para elegir un nuevo Pontífice debe ser "recuperar la credibilidad". Vamos, que deberían contratar un Estudio de Comunicación o a Llorente y Cuenca. Cuanto antes mejor.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com