El beneficio bruto del Banco Santander en 2002 se redujo un 20%. El beneficio neto atribuido, un 9,6%. El margen de intermediación cayó un 8,27% y el de explotación, por la fortísima reducción de costes, un 6,37. Es decir, ha sido un año de descenso en los márgenes. Como afirma el consejero delegado, Alfredo Sáenz, también ha sido, en verdad, un año de afianzamiento de la solvencia, especialmente de los recursos propios.
El margen de eficiencia (52%) es bueno parangonado con los colegas europeos, pero bajo si lo comparamos con otros bancos españoles más pequeños, como el Popular (36%). Ya veremos que cociente de eficiencia (cada euro de costes que cuesta conseguir ingresos recurrentes) presenta mañana, día 30, el gran competidor del SCH, el BBVA de Francisco González.
El SCH es hoy una buena muestra de la banca mundial. El 85% de su beneficio procede de la banca comercial, detallista, de la banca de la vieja, ese negocio que, según los sesudos analistas, iba a desaparecer por mecanización completa. Sin embargo, la banca corporativa y de inversión apenas aporta un 5%.
En definitiva, un banco es hoy tres cosas: un gestor de pagos, un oferente de créditos hipotecarios y un administrador de ahorros, principalmente de particulares. Es decir, banca personal y fondos de inversión colectiva (lo que significa cobrar comisiones, que no intereses).
La llamada banca de inversión no da más que disgustos.