El caso Faisán o la sucesión de Zapatero por el propio Rubalcaba eran preguntas frecuentes en las ruedas de prensa posteriores al Consejo de Ministros. Era la oportunidad para que el portavoz del Gobierno se encontrara con los periodistas y diera información transparente sobre la actuación del Ejecutivo a lo largo de la semana.
Pero las evasivas eran cada vez más frecuentes, como les hemos contado en otras ocasiones. Hace dos semanas Hispanidad formuló la última pregunta sobre sucesión que se ha escuchado en la sala de prensa de Moncloa; un Rubalcaba sonriente ante la tozudez de la prensa tiró de manual: Ni es el momento ni es el lugar. Un problema: nunca es el momento y ninguno es el lugar.
La pasada semana Rubalcaba dio prioridad a las preguntas para la vicepresidenta económica, con la consiguiente protesta por parte de los medios dedicados a Gobierno.
Esta semana los periodistas han renunciado a preguntar por esos dos temas, a la vista de que no hay nada que sacar. El vicepresidente se ha visto incomodado por las preguntas sobre la venta de armas a Libia, pero ha salido con uno de sus viejos ejercicios de cintura, remitiéndonos a la nota de Industria en su primera respuesta y remitiéndonos a su primera respuesta ante la segunda pregunta. Otra cuestión era la admisión a trámite de la querella contra los administradores de la hípica de Bono. Fácil respuesta: no contesto.
¿Para qué tiene el Gobierno un portavoz? El vicepresidente acostumbra a ser impuntual en el inicio de las ruedas de prensa y estrictamente puntual en su finalización, además de haber suprimido los corrillos con los periodistas. Este viernes reconoció que venía poco preparado y que había improvisado su explicación sobre las medidas de ahorro energético, tema central del Consejo de Ministros; tampoco tenía previsiones de ahorro por la restricción de plazas de empleo público, ni el gasto por la modificación de señalizaciones tras la rebaja del límite de velocidad, ni por el impacto de la rebaja del 5% en los precios de cercanías y media distancia, ni del precio que puede alcanzar el petróleo y si hay una previsión del límite en el que éste empezaría a ser peligroso para la economía
En definitiva, Rubalcaba dedica más tiempo a negar respuestas que a facilitar información.
Rodrigo Martín
rodrigo@hispanidad.com