- Y los católicos comienzan a cansarse de Rajoy.
- Un año de Gobierno y las leyes más antivida y antifamilia de Zapatero continúan en vigor.
- Durante la Eucaristía de las Familias, la primera celebrada con el Partido Popular en pleno ejercicio del poder, el obispo de Madrid criticó, sin citar, el tancredismo del presidente del Gobierno respecto al aborto y a la familia natural.
- Ante el progresismo de derechas del PP, Rouco insiste en que sin Cristo no se sale ni de la crisis.
- Mientras, El País asegura que el presidente del Gobierno no quiere ver al presidente de la Conferencia Episcopal: no es de extrañar.
- Ojo: y el Vaticano también se está cansando de Rajoy. Jorge Fernández quiere convertirse en el interlocutor del Gobierno con la Santa Sede, pero ni la Secretaría de Estado ni Moncloa esperan nada el uno del otro.
- Eso sí, la Eucaristía de las familias, aunque menos numerosa que otros años, ha hecho visible el cristianismo en la etapa Rajoy.
El diario El País, el más fiel representante en España del Nuevo Orden Mundial (NOM) -aunque desde la progresía de derechas El Mundo no se resigna a la medalla de plata- asegura que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy no quiere ver al cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela. No me extraña lo más mínimo.
El principal mensaje del cardenal Antonio María Rouco Varela, obispo de Madrid, durante la homilía de la Eucaristía por la Familias (celebrada el domingo 30 en Madrid) fue que sin el matrimonio la sociedad se desintegraría. Y eso es casi tan obvio, tan evidente, tan tautológico, como aquello de que si la homosexualidad se generaliza la raza humana desaparecerá de la faz de la tierra.
Tercera evidencia: el aborto, el crimen más abominable de la actualidad y el que ha convertido al mejor sistema político, el democrático occidental, en legitimador de la peor barbarie, la de asesinar inocentes, representa, para el presidente de la Conferencia Episcopal española, la imagen de una sociedad moralmente enferma.
Porque, a todo esto, ¿qué supone el aborto? Consiste en haber renunciado a la civilización del amor. Un amor, asegura el obispo de Madrid, "dispuesto al socorro y a la ayuda sacrificada y generosa de las familias entre sí y entre sus miembros, en las circunstancias tan frecuentes y dolorosas del paro, de las dificultades económicas, morales y espirituales… Un amor, que, perseverantemente vivido al calor y con la fuerza de la fe cristiana, hará posible terminar con la estremecedora tragedia del aborto practicado masivamente desde los años 70 del pasado siglo en la práctica totalidad de los países europeos, incluida España, al amparo de una legislación, primero despenalizadora del mismo y, luego, legitimadora".
En cualquier caso, mala cosa cuando la evidencia sorprende y asombra: es que algo está fallando.
La Eucaristía de las Familias, celebrada el pasado domingo en Madrid, ha vuelto a sacar a la calle a los católicos, quienes empiezan a cansarse de la tibieza del presidente del Gobierno. Rouco ha hecho lo mismo que con los Gobiernos socialistas en esta celebración litúrgica de la Sagrada Familia. No ha citado a ningún culpable pero la inferencia era obvia. Y al igual que a ZP le ha recordado a Rajoy que un Gobierno que legitima y promueve el aborto y permite leyes como el divorcio exprés o el gaymonio –más terrible la primera que la segunda- demuestra que algo grave está fallando.
En cualquier caso, con la festividad de la Sagrada Familia se ha demostrado que los católicos comienzan a cansarse de Rajoy y del PP. Era la primera Eucaristía de las Familias con el PP ya en pleno ejercicio de su poder -el año pasado los ministros acababan de jurar sus cargos-, un cuarto de legislatura, y todas las leyes contra la vida y la familia del huracán Zapatero continúan en vigor. El tancredismo de Rajoy empieza a resultar molesto.
Y las relaciones entre la Iglesia y el Ejecutivo pepero no atraviesan su mejor momento. Según El País, insisto, Rajoy no quiere ver a Rouco: no me extraña nada. Pero es que, además, el Vaticano ha perdido toda esperanza en el Partido Popular. La tibieza de don Mariano en cuestiones morales resulta evidente y todo el mundo sabe que el voto católico colaboró en que Rajoy obtuviera mayoría absoluta. El ministro del Interior, Jorge Fernández, intenta mediar con la Santa Sede pero lo cierto es que ni el Gobierno español ni el Vaticano esperan mucho el uno del otro.
Por cierto, el Papa también colaboró desde Roma con palabras dedicadas especialmente para los asistentes, que le escuchaban y veían desde las pantallas gigantes instaladas en Colón. Y dijo algo que no conviene olvidar: "Los padres no son dueños de la vida de sus hijos". Otra evidencia olvidada, que recuerda aquellas palabras mágicas de El Señor de los Anillos: "Si no puedes dar la vida no te apresures a otorgar la muerte".
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com