Es la historia de Mariano Rajoy durante la agitada semana que termina, la temida semana de los recortes. Escuchémosle: "Yo no subiría el IVA, es más lo bajaría, pero esto es lo que hay que hacer".

Es su frase favorita: lo que hay que hacer. Recuerda aquello de la única política económica posible, que gritaba Felipe González. Hombre, don Mariano, que se está cargando usted el libre albedrío, es decir, la libertad.

Porque, si eso es lo que hay que hacer y no hay alternativa posible, prescindamos del Gobierno, del suyo, y pongamos a una máquina, o a un instituto de pensamiento, un 'think tank' a gobernar. Y ya de paso, que sólo voten los cualificados para ello, que son los mismos que decidirán quién está cualificado para votar y quién no.

Que no, don Mariano, que la economía es moral y la moralidad  no es lo que hay que hacer para sobrevivir –especialmente para sobrevivir en el cargo, es decir, en Moncloa- sino para conseguir el bien común, la mayor libertad y la mayor felicidad –mal conocida como bienestar- para todos.

Por otra parte, Rajoy está siempre compitiendo por mantener el cargo que tanto le ha costado lograr: la Presidencia del Gobierno. Pero para eso no le hemos elegido, que conste. Su cargo no constituye un derecho, constituye un deber.