La visita del presidente de la republica bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, se ha saldado con un verdadero polvorín diplomático a cuenta del calentón de Moratinos en 59 segundos. A cambio, ambos mandatarios han creado piso político suficiente para implantar un entorno de negocios. Ya saben: política y dinero, esos extraños amantes.
El caso es que Chávez está muy satisfecho de su visita. Y Repsol YPF también. No en vano, su consejero delegado, Ramón Blanco, agradecía a las autoridades venezolanas que les hubieran abierto las puertas de su país. Y la grande. Porque como se encargó de recordar el líder bolivariano, Venezuela es hoy la mayor reserva mundial de petróleo, por delante de Arabia Saudí. Y ahí está España. Diplomacia comercial. Hasta que reviente.
El caso es que la petrolera hispanoargentina ha obtenido dos licencias de explotación de gas en el país. Una ligada al petróleo y otra no ligada que ha resultado muy superior a las expectativas de los técnicos de la petrolera. Por si esto fuera poco, Chávez anuncia la posibilidad de crear una empresa mixta entre la petrolera pública venezolana y Repsol en el oriente del país. A todo esto, hay que sumar las inversiones millonarias españolas en el sector del hierro. Y la ronda de negocios prevista para febrero de 2005
A cambio, Chávez ha informado que será muy probable que en el primer trimestre del próximo año llegue un primer tanquero a los astilleros españoles de Izar para ser reparado. Y también ha señalado como posible con mucha firmeza la construcción de tanqueros propios para la petrolera venezolana. El negocio del oro negro marcha y necesita nuevos recipientes móviles. Y el piso político parece bien construido a base de sonrisas. Incluso de calumnias.
O sea, que a pesar del plantón de Chávez a los empresarios, la visita puede resultar muy rentable en términos empresariales. Hasta que deje de serlo. Porque a pesar de la estabilidad política a la que aludió Norniella en el encuentro de las Cámaras de Comercio, Venezuela sigue sin ofrecer seguridad jurídica suficiente. Y Repsol sabe muy bien qué es lo que ocurre cuando la seguridad jurídica se intercambia por piso político. El piso termina siempre hundiéndose al menor vaivén político. Y el tiroteo al abogado y opositor venezolano Antonio López, no parece el mejor camino para construir la estabilidad del país.