El presidente de Repsol, Antonio Brufau, señala que no todos son buenos o malos en función de su procedencia

¿Qué prefiere, socios rusos, italianos, franceses o la SEPI?, le preguntan a Brufau en la mañana de este jueves. El presidente de Repsol responde que lo importante no es la nacionalidad y hace un llamado a no generalizar. En su opinión, no todos son buenos o malos por su procedencia. Y se refiere a rusos, italianos, franceses, italianos o americanos. Curioso detalle porque en la pregunta no se incluían los americanos como una opción. ¿Subconsciente? Puede.

Pero en lo que más insiste Brufau es que lo importante es que haya una multitud de accionistas. Eso ofrece una distinción sustancial a si hubiera un solo accionista. Seríamos una división. Y la diferencia entre una empresa y una división es el llamado efecto sede social. Si la sede social o los centros de decisión permanecen donde están actualmente (España y Argentina), todo sigue igual con independencia de la propiedad del capital. La ubicación de los centros de decisión es la que marca el lugar de las inversiones. Por ejemplo, quizás la inversión de Cartagena (la mayor inversión industrial realizada en España) no se habría producido en cartagena si Repsol fuese rusa. Por lo mismo que si Volkswagen tiene que despedir empleados lo hace en la zona franca de Barcelona en lugar de en Alemania aunque los trabajadores locales sean más caros. Esto es lo que apunta Brufau que es necesario mantener. Y a esto es a lo que se refiere cuando habla de que la empresa tiene que seguir siendo española.