Decía el economista, recientemente fallecido, Fabián Estapé que existen dos tipos de locos. En primer lugar, los que cogen dos piedras y se golpean los cataplines con ella.

Estos son simplemente dementes. Y luego está el segundo grupo que coge las mismas piedras y golpea los cataplines ajenos. Estos, concluía Estapé, no son locos sino otra cosa.

Los que han elaborado la reforma laboral del Gobierno Rajoy deben pertenecer al segundo grupo: no están locos. Antes de darle los últimos toques han ensayado la salmodia de la moderación salarial, han congelado el salario mínimo y anunciado la reducción de la indemnización por despido. Es decir, ni hay reducción de impuestos laborales ni hay incremento de salarios bajos.

Si, como se supone, el Gobierno del PP, presuntamente, quiere más sociedad y menos Estado, lo que tiene que hacer es bajar los impuestos laborales reducir los subsidios y mejorar los salarios. En eso consiste devolverle el poder a la sociedad y quitárselo al Estado, es decir, a los políticos… y a las patronales y a los sindicatos. Es justo lo contrario de lo que Rajoy está haciendo: mantiene los subsidios, no reduce las cuotas sociales y congela los salarios.

A ver si nos entendemos:

1. ¿Es bueno el despido libre? Sí, el propietario, que es el empresario, contrata cuando los necesita y despide cuando no tiene ingresos.

2. ¿Es bueno reducir la indemnización por despido? Sí, porque elevar las indemnizaciones significa primar al trabajador veterano aunque rinda menos que el joven.

3. ¿Es bueno reducir la prestación por desempleo? Sí. Cuando uno cobra más estando en casa que trabajando tiende a quedarse en casa.

4. ¿Es bueno suprimir la ultraactividad? Ciertamente: los sindicatos se aprovechan de ello para anquilosar empresa.

5. ¿Es bueno reducir el número de contratos? Sí, un solo contrato e indefinido. Acabemos de una vez con ese intermediario perverso que son las empresas de trabajo temporal.

Pero todo ello, todas esas redes que se le arrebatan a los más débiles, ¿a cambio de qué? Pues, evidentemente, a cambio de unos salarios dignos, pues en España son muy bajos. Y miren por dónde, eso es lo que único que se le ha olvidado al Gobierno Rajoy: subir los sueldos. Es más, los ha bajado. Es decir, que pertenecen al segundo grupo de afectados por la insania: pero no son locos, son otra cosa.

La encíclica Rerum Novarum, matriz de la Doctrina Social de la Iglesia, asegura que el mercado no puede ser quien marque el salario del trabajador. Al parecer, la ministra Fátima Báñez no se la ha leído.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com