Afirmar que los progresistas son antirreligiosos es una falacia. Los progres no tienen problema alguno con religión alguna, con la excepción de la católica. No se puede generalizar.

Las feministas, por ejemplo, adoran el Islam y prueba de ello es la buena prensa del régimen de los ayatolás desde que aprobó la anticoncepción y el aborto. Para una feminista –arquetipo del nuevo progresismo-, el hecho de una mujer deba vestir velo, no pueda heredar, que las casadas no tengan poder de firma, que las iraníes no puedan realizar según qué carreras y que civilmente deban estar subordinados a los hombres, tiene una importancia relativa. Mucho más importante, sin duda, es que las iraníes, aunque no tengan qué comer, dispongan de anticonceptivos, DIU y aborto gratuito. Eso ayuda mucho a sobrellevar el hambre, la incultura y la miseria.
  No, al Gobierno Zapatero le encanta el Islam, que no en vano ha firmado su Alianza de Civilizaciones con el líder de un partido fundamentalista islámico aunque, como corea la consigna de los medios amigos de La Moncloa, se trata de un "fundamentalismo moderado". Y así, ahora se anuncia un Congreso de diálogo interreligioso entre católicos, judíos y Musulmanes, auspiciado por la liga Islámica con sede en la Meca, y pagado por el rey de Arabia Saudí, que es hombre de posibles. Es el mismo monarca que gobierna una dictadura como Arabia, donde la mera tenencia de una Biblia te puede lleva a la tortura o a la muerte. El propio Gobierno de RIAD reconoce que se trata de mejorar la imagen del Islam en el mundo. Quizás por ello, el Congreso se celebra en el campo contrario, porque en campo propio, en le desierto de Arabia, no se puede ni mencionar el nombre de Cristo o el de Jehová y claro, en esas circunstancias, no parece que al Congreso puedan acudir muchos obispos y rabinos. Y si lo hicieran, Su Majestad, el Rey Abdallah, se vería obligado a ejecutarlos. Reciprocidad, que le dicen.

Y claro, eso no mejoraría la imagen de los mahometanos en el mundo. Así que, mejor en España, que es tierra de libertades y mayormente tibia, presidida por un progresista, es decir, por un personaje comprensivo respecto a los excesos de los mahometanos, que no a los defectos de los cristianos, éstos últimos absolutamente intolerables y antidemocráticos.

Eulogio López