El caso catalán proporciona una idea de la improvisación con la que se está ejecutando la reforma financiera más importante de las últimas décadas, las de cajas de ahorros. Más que una reforma parce una obsesión del gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez (MAFO), para acabar con las cajas de ahorros, entidades mutuales y, sobre todo, para acabar con la banca pequeña, justamente lo que el asesor financiero de Barack Obama, el ex de la Reserva Federal, Paul Volcker, quiere volver para evitar nuevas crisis: no hacer más grandes los bancos y los intermediarios financieros, sino más pequeños.
Así, como si estuvieran jugando al Monopoly Gobierno, Banco de España y califas autonómicos se reparten las entidades como si fueran ruedas de molino.
Ejemplo: la Generalitat llama a La Caixa y le permite elegir entre Girona, Laietana y Penedés. Así, entre nosotros, a Isidro Fainé no le apetecía ninguna de las tres y, si por él fuera, habría apostado más hacia al sur, incluida la intervenida Cajasur, pero como a la fuerza ahorcan, optó por Girona, done existen menos duplicidades con la red Caixa.
Por cierto, que aún puede ponérsele difícil la absorción hasta de Caixa Girona, dado que el presidente de la Diputación gerundenses, Enric Vilert, de ERC, no está por la labor. Sí, Vilert es de ERC porque el PSC de Montilla se lo permitió dentro de los pactos del Tripartito. Las diputaciones provinciales no mueven mucho poder pero sí mucho dinero.
A su colega Rodrigo Rato no le ha ido mejor: tendrá que cargar con cuatro pequeñas: Ávila, Insular de Canarias, Segovia y Rioja. Eso supone deslocalizar cuatro entidades para concederle un peso que no alcanza la octava parte de lo que ya es Caja Madrid.
Y lo malo es que Rodrigo Rato ya ha perdido Caixa Galicia y la CAM y se va quedando sin novias. Queda Ibercaja, ciertamente, una entidad solvente e interesante, pero donde Caja Madrid quiere crecer es en Levante y ahí está la que, con permiso de las matemáticas del enredo de fusiones, está la tercera caja de ahorros de España, la valenciana Bancaja, que, dicho sea de paso, no es una maravilla de rentabilidad pero que aquí está. Si Rato logra hacerse con ella, superando todo el lío de Campsistas, zaplanistas, generalidades y génovas -que no es poco lío-, Caja Madrid casi tocaría a La Caixa, podrá disputarle la primacía.
Eso sí, nadie le libra de su propio saneamiento y de sus propios problemas, porque fusionar un banco malo con otro malo suele ser igual a tres problemas. Eso sí, sólo en la vorágine de una fusión, los sindicatos aceptan fuertes reducciones de plantilla.
En cualquier caso, al exagerar, interesa las fusiones el Banco de España, está exagerando interesadamente la presunta mala situación de las entidades, con lo que el sector se ha sumido en el caos.
Eulogio López
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