Se intensifica el riesgo de ruptura en el PP
Hace falta una derecha fuerte, tolerante y democrática. Este era el deseo expresado por Jesús Polanco en una polémica junta de accionistas. Por supuesto, el lobby socialdemócrata que gobierna el país desde hace 30 años, tenía un nombre para la alternativa socialdemócrata por la derecha: Alberto Ruiz Gallardón. Ese fue su pacto: tú no te metes en jardines ideológicos y nosotros no te agredimos y te dejamos existir.
El acuerdo funcionó y Gallardón siguió ganando elecciones con el visto bueno de todopoderoso Polanco. Tengo mucho respeto por el posible secretario general, decía Zapatero en la mañana de este martes. Ahora el paso ha sido dado por Rajoy. No sólo se ha rodeado de una camarilla de mediocres, sino que se ha rodeado de un equipo de almas laicas que controlan a los humanistas cristianos hasta dejarles sin respirar.
La puntilla es la puerta abierta a que Gallardón sea nombrado secretario general. El que defendió este lunes la necesidad de recuperar el centro si se quiere tener opciones para la Moncloa. O dicho de otro modo: si quieres gobernar, aggionarse tocan. Y por supuesto, sin tocar los dogmas que imprima la socialdemocracia imperante. De esta manera se evidencia paso a paso el giro de Rajoy, que pasó de vetar a PRISA a venderle su alma.
Ahora queda por ver cómo reacciona el frente antimarianista. Una vez aclaradas las posiciones no es descabellado pensar que el partido se rompa en dos mitades. Por las diferencias sustanciales de las que hablaba María San Gil. Pero también por razones humanas. Rajoy ha dejado muchos cadáveres en el camino, señalaba Arístegui. ¿Podría armarse una respuesta? Podría. Encabezada por Aznar. Porque conviene recordar que también Rato pactó con Polanco. Así que quizás regrese Chemari. Permanezcan atentos a las pantallas.