El secretario general del Partido Popular, Mariano Rajoy, no soporta las críticas internas que hablan de que no está defendiendo como es debido la postura del Partido Popular durante la guerra de Iraq. Considera que ese tipo de críticas proceden de FAES, despacho y feudo de José María Aznar. Y no le falta razón.

 

Ahora bien, los críticos, encabezado por el propio Carlos Aragonés, ex jefe del Gabinete presidencial de Moncloa, también alegan razones no desechables. Un pequeño detalle. El ejército norteamericano atacó Afganistán tras los atentados del 11-S sin que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas diera el visto bueno a la operación. Lo dio a posteriori, al hacerse cargo de la situación de postguerra, pero el ataque militar fue anterior. Simplemente, el mundo estaba lo suficientemente conmocionado por el derrumbamiento de las torres gemelas. Para quienes sacralizan el derecho internacional y, sobre todo, lo reducen a las decisiones del Consejo de Seguridad, el caso Afganistán y el caso Iraq se parecen como dos gotas de agua. Incluso la 1441, tan invocada por José María Aznar para justificar el apoyo español a Washington en Iraq, también se ha mostrado falsa, en cuanto argumentan con las famosas armas de destrucción masiva que no han aparecido por parte alguna.

 

No, lo que ocurre es que en la conciencia individual de millones de personas, los norteamericanos tenían derecho a una legítima defensa contra el régimen talibán afgano, que acogía a Ben Laden y fomentaba el terrorismo internacional. Sin embargo, Bush comete el error de extrapolar ese derecho a otros regímenes rechazables por Estaos Unidos, como Iraq. En resumen. La guerra de Afganistán era justa, la de Iraq, no. Juan Pablo II solicitó clemencia al invasor en la guerra de Afganistán; en Iraq se opuso abiertamente a ella y responsabilizó a Estados Unidos de lo que pudiera pasar… de lo que está pasando.

 

En definitiva, la guerra de Afganistán (ahora Zapatero se dispone a enviar más tropas españolas a la zona) fue justa, la de Iraq no. Pero la justicia o injusticia no depende, al menos no sólo, de una sola razón: el paraguas de Naciones Unidas. La realidad es más compleja. En cualquier caso, la invasión de Afganistán se hizo sin permiso ONU. Llegó semanas después. De la misma forma que la invasión de Iraq se hizo sin consenso ONU... que llegó un año después. Simplemente. No había consenso social. En Afganistán, la opinión pública mundial consideraba que había una guerra justa. En Iraq, pensaba lo contrario. En ambos casos, tenía razón.