El presidente del PP está obligado a ganar al PSOE en los comicios europeos, en principio previstos para junio de 2009. Si no lo consigue, no le echará ZP, sino Aznar y Rato. El alcalde de Madrid se resiste, pero tiene la promesa de vuelta para las generales de 2012, entonces como número 2. Mientras, Rajoy tiene un plan para quitarle a Aznar el resorte de FAES. Se enfrentaría a López Aguilar, nombrado tras la inquina que ZP siente contra José Borrell y la ex ministra Cristina Narbona
Mariano Rajoy ha conseguido salvar, y a duras penas, tras una crisis prolongada, su cargo de presidente del Partido Popular tras su derrota electoral del 9 de marzo. Ahora bien, el partido se ha roto, y aunque los errores de Rodríguez Zapatero, impotente ante la crisis económica, le mantienen en las encuestas, don Mariano sabe que su puesto depende de las elecciones europeas, la próxima cita en las urnas, en principio previstas para junio de 2009. Si no gana esas elecciones, serán Rodrigo Rato y José María Aznar, además de los críticos oficiales, como Esperanza Aguirre, quienes den un paso al frente para exigir la dimisión de un político condenado a ser eterno jefe de la oposición. El aparato del partido no está dispuesto a esperar más.Pus bien, la idea de Rajoy para ganar la europea consiste en colocar como cabeza de lista al alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, hombre con alto índice de popularidad. Recuerden que hablamos de circunscripción única, lo que se supone que más beneficia al PP, y que el alcalde la capital es apreciado en toda España, o al menos así lo vende él, y lo vende muy bien. Eso sí, irse a Estrasburgo no deja de ser una especie de cementerio del elefantes, y, en cualquier caso, desviarse de su senda. La obsesión de Gallardón no puede ser otra que La Moncloa. Pero Europa también tiene sus ventajas: una campaña en España y un pedigrí internacional naturalmente, sería un viaje de ida y vuelta, que le permitiría participar en las Generales de 2012, ya veremos en qué puesto. Lo único malo es que pierda esas elecciones, pero esa hipótesis ni se contempla.
Al tiempo, Rajoy está empeñado en quitarle la FAES a José María Aznar o, al menos, modificar su línea ideológica actual. Es el momento adecuado por cuanto la actitud altanera de Aznar en el reciente congreso del partido, celebrado en Valencia, le han convertido en un personaje antipático en su propia casa. En la última sesión del Congreso, algunos marianistas estaban dispuestos a sacar las fotos de Aznar en la boda de Flavio Briatore con Elisabetta Gregoraci.
De hecho, el equipo de dirección del PP está empeñado en presentar al ex presidente como miembro de la ‘jet set' italiana, y hombre que cobra de todos lados. Su último fichaje como asesor ha sido el grupo Rhône, de Roberto Agostinelli. Esas compañías reducen el carisma político de Aznar ante cualquier tentación de regreso. Especialmente tras el caso Acebes, el hombre que se ha quedado en el paro y para el que Rodrigo Rato busca un despacho de abogados, su carrera académica, pero una profesión que jamás ha ejercido. Las comparaciones son odiosas.
En cualquier caso, Gallardón debería enfrentarse a Juan Fernando López Aguilar, desterrado en Canarias (donde ganó las elecciones pero no gobierna por una alianza entre el PP y CC, segundo y tercer partido más votado). Zapatero, que practica el rencor como política, no ofrece tregua ni a José Borrell ni a su esposa, Cristina Narbona, ex ministra de Medio Ambiente, una pareja que nunca se ha plegado a su jefe de filas, cuya preparación consideran manifiestamente mejorables.