Aznar, presionado por su esposa, apoya la iniciativa. Gallardón promete que Botella será la próxima alcaldesa de la capital. Rodrigo Rato no se anima a lanzarse, aunque sus ex-secretarios de Estado dan la batalla por él. Lo cierto es que al vicepresidente económico le agrada hoy más buscar negocios para Lazard que hacer política. Al final, Aguirre arroja la toalla y Rajoy será presidente, aunque ella se convierte en disidente

Un 40% del electorado popular considera positivo que Esperanza Aguirre le dispute a Mariano Rajoy la Presidencia del Partido Popular. Por eso, no se entiende muy bien la durísima reacción de Mariano Rajoy, en Elche, señalándole a la presidenta madrileña la puerta de salida, al tiempo que realizaba esa asombrosa mezcla de democristianos, liberales y socialdemócratas que, según él, caben en el PP. Más que nada porque se supone que las dos últimas calificaciones son incompatibles.

Y lo que menos entienden muchos militantes es que se organice un Congreso para que se presente todo el mundo... y en cuanto se rumorea que alguien puede hacerlo se le cubre de insultos y, lo que es mucho más eficaz, de adhesiones inquebrantables a Mariano Rajoy como líder indiscutible. Y, por si no había quedado claro, Soraya Sáenz de Santamaría, se ha encargado hoy de recordar que el vencedor del Congreso de junio deberá ser candidato a la Moncloa nada menos que en 2012, con lo lejos que queda eso.

La razón es muy simple: aunque los periodistas Pedro J. Ramírez y el locutor Federico Jiménez se empeñen en lo contrario, lo cierto es que Esperanza Aguirre no sólo no puede hacer frente a Rajoy en un Congreso del PP, sino que incluso podría no conseguir los 600 avales que precisa (en Madrid 209). De hecho, el único apoyo del aparato con el que cuenta Aguirre es que su consejero -anteriormente en Economía con Rato- Juan José Güemes, casado con Andrea Fabra, es decir con una hija del hombre que aún domina el PP en Castellón, Carlos Fabra, de obediencia masónica y anfitrión de Aznar durante sus famosos veranos en Oropesa.

Por eso, Aguirre, en contra de lo que se escribe, nunca ha pensado en presentarse como cabeza de lista, sino como número dos de otra opción. En primer lugar se lo ofreció a Rodrigo Rato: el ex director del FMI como cabeza de lista y ella como su segunda. A Rato le animan gente su entorno que se han quedado fuera de juego con Rajoy, como, por ejemplo, Juan Costa, Martínez Pujalte o el mismo Cristóbal Montoro, que tampoco se encuentra a gusto con su posición actual. Aguirre, además, fue muy clara en su ofrecimiento: si Rato perdía sus actuales trabajos por enfrentarse a Rajoy y no ganar, se le ofrecería en bandeja la Presidencia de Caja Madrid, que ahora ostenta Miguel Blesa y a quien Aguirre quiere despedir. De cualquier forma, tal parece que el ex vicepresidente está más preocupado por hacer negocios en Madrid que por volver al ruedo político.

En su desesperación, Aguirre también lo ha intentado con Aznar, y aquí si que ha pinchado en hueso. A don José María le gusta su vida actual: muchos viajes, muchas conferencias. Consejeros bien remunerados y grandes éxitos cuando actúa fuera de casa, a ser posible en el extranjero, donde se le escucha con gusto.  

Y Aznar, sencillamente, ha despreciado la oferta de Esperanza. Influido, y mucho, por su esposa, Ana Botella, número 3 en el ayuntamiento de Madrid y a la que el alcalde Ruiz Gallardón le ha prometido que será alcaldesa de Madrid, Aznar rechaza la posibilidad de volver al partido, con o sin Aguirre a su lado. En cualquier caso, y esto es lo más importante, Rajoy está enfurecido con la presidenta madrileña y si ésta finalmente decidiera enfrentarse a Rajoy, aún le queda un as en la manga: nombra a su archienemigo, Gallardón, secretario general del Partido. Y con Gallardón, no lo duden: sí que será posible el centro-reformismo, es decir, meter en el mismo saco a liberales, conservadores, socialdemócratas, democristianos y hasta verdes. La entrada de Gallardón sería la muerte política de Aguirre. En cualquier caso, no conviene olvidar la espléndida relación entre Gallardón y Ana Botella.

Así que Aguirre se ha visto obligada a reconocer que no se va a presentar al Congreso de junio como candidata a la Presidencia del PP. Eso sí, exige a Rajoy que aclare si quiere echarla del partido. Algo parecido a decirle: sí, tú serás el presidente pero yo me convierto en disidente. Es sabido que la derecha es cainita y resta, mientras el PSOE suma. Pero eso supone echar a todo el tejido industrial en manos del Gobierno, aunque sea del Gobierno ZP.