Todo el mundo tiene derecho a manifestarse y a expresar sus opiniones, pero las imágenes de los disturbios callejeros que empezaron en Valencia provocados por un número reducido de alumnos del instituto Luis Vives, se está empezando a convertir en un río revuelto del que algunos quieren sacar ganancia.
Demuestran hasta qué punto la enseñanza estatal en España es un absoluto fracaso. Protestan en la calle y se enfrentan a la policía, sin que hasta el momento se sepa qué es lo que exigen con esos actos violentos.
La educación estatal les ha inmunizado de tal manera contra la capacidad de pensar por sí mismos, que protestan contra los recortes presupuestarios precisamente de la mano de los verdaderos culpables de que los servicios públicos estén en una situación de penuria.
Es un espectáculo obsceno en el que las víctimas se unen a los agresores para que vuelvan al poder de forma violenta, a seguir machacando a las generaciones futuras tanto como lo han hecho con la actual, esa que ahora utilizan de carne de cañón contra las fuerzas de orden público. Muchos lo habían anticipado en los primeros días del Gobierno Popular y habían amenazado con tomar la calle, incluso con un lenguaje belicista.
¡Quien juega con fuego se acaba quemando!
Nieves Jiménez