Preocupado andaba yo por el concepto de verdad, hasta que Pepiño Blanco, secretario de Organización del PSOE, vino a desentrañar el enigma oculto a los más sabios e ignotos para los más simples: la verdad.
El presidente de la Conferencia Episcopal Española, el obispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, ha decidido poner la otra mejilla frente al aluvión de bofetadas del Gobierno de Rodríguez Zapatero, siempre ta-lante y ta-tras, salvo cuando se trata de golpear a la Iglesia y a los católicos españoles. Nuestro Gobierno es feminista, pero odia más al Cristianismo que defiende la dignidad de la mujer que al Islam que la esclaviza.
Total, que monseñor Rouco le tendió la mano al Gobierno y pidió diálogo. La verdad es que dialogar con las fieras es una suerte peligrosa, aunque debe intentarse en todo momento. Así, al pronto, Pepiño Blanco respondió : ¿Diálogo con la Iglesia? Sí, pero desde la verdad.
A mí me dice Pepiño que quiere dialogar desde la verdad y sentiría lo mismo que si Rubalcaba me invita a cenar: unos deseos irrefrenables de huir en dirección contraria.
Aquí hay que insistir en dos cosas. La primera es lo que ha supuesto el cambio del PP al PSOE. Los estrategas de Aznar en Moncloa afirmaban que el voto católico no existe. Así, el PP podía hacer lo que quisiera en la convicción de que el católico tendría que votarles a ellos. Total, tendrían que votarles a ellos. Ahora bien, los asesores de Zapatero, dirigidos por el inefable secretario de Estado de Comunicación, Miguel Belloso, le han dado un pequeño matiz al asunto : ahora consideran que el voto católico no existe, por supuesto, pero lo que sí existe es el voto anticatólico, que es mucho más divertido. Hay mucha gente que no vota por algo o por alguien, sino contra algo y contra alguien: por ejemplo contra la Iglesia.
Natural que Pepiño afirme que sólo dialogará desde la verdad: lo que no quiere es dialogar de forma alguna porque no tiene nada que ganar.
En segundo lugar, lo que sí hay entre los católicos es un cabreo fundamental con las bofetadas del Gobierno Zapatero. Como recuerda el italiano Vitorio Messori, esta persecución del laicismo contra la Iglesia es formidable: va a hacer despertar a muchos católicos. Por tanto, parece un poco tonto dejar pasar la oportunidad de lanzar a la calle a un millón de españoles cabreados por el señor Zapatero y sus salidas a lo Mr. Bean. Lo de menos es quien convoque la manifestación: el único error es no convocarla.
Porque si los católicos se tragan esto, entonces se tragarán cualquier cosa. ¡Guay de crear precedentes!
Lo otro, lo de aceptar la introducción de las clases de religión (que es lo que está dispuesto a ofrecer PSOE en ese diálogo desde la verdad) a cambio de ceder en cuestiones mucho más relevantes como el aborto, la masacre de embriones, el matrimonio gay o el divorcio-express, es como cambiar oro por baratijas de bronce. Y, sobre todo, es dejar pasar una oportunidad histórica. Hispanoamérica mira siempre a España en las grandes cuestiones morales: sería bueno que no les diéramos otra vez el mal ejemplo habitual.
Eulogio López