Mientras las estrellas de Real Madrid hacían el ridículo en el campo, su presidente, Florentino Pérez (¡Oh capitán, mi capitán!), había reunido a lo más selecto del empresariado español para contemplar, después de tres años, un enfrentamiento entre merengues y colchoneros. Aunque eso sí, el palco parecía demasiado poblado. Por ejemplo, estaba el juez Baltasar Garzón compartiendo animado coloquio con el ex presidente del SCH, José María Amusátegui, al que su compañera y amiga de la Audiencia Nacional, Teresa Palacios, ha llamado a testificar. También estaba otro de los encausados por la misma jueza (caso de las Cesiones de Crédito), el ex consejero delegado del Santander, Rodrigo Echenique, quien tuvo un papel fundamental (anti-Amusátegui) durante la crisis presidencial del BSCH.
Otro encausado, Jesús Gil, presidente del Atlético de Madrid, compartía asiento con el ministro de Justicia, José María Michavila. Y, con todos ellos, Alberto Alcocer, que también sabe de tribunales. Y, como maestro de ceremonias, jefe de protocolo y auxiliar en las presentaciones, Fernando Fernández-Tapias. Es el poder de Florentino para estrechar manos enemigas.