Aprobar los presupuestos del Estado para el próximo año, año electoral, por nueve votos no es como para tirar cohetes.
Especialmente con las siguientes circunstancias agravantes: dos tránsfugas -es decir, cuatro votos- que votan ‘a la española', o sea, por fastidiar, en contra de sus antiguos compañeros, no a favor del Gobierno, la bufonada de Izquierda Unida, cuya sección catalana (IC-Verds) vota a favor y la mesetaria en contra -más la nota de color de una abstención- con socios gubernamentales en Cataluña que votan en contra y con el apoyo del PNV -decisivo-, el mismo partido que brama contra la política antiterrorista del Gobierno, no parece una gran victoria.
No es el momento de juzgar si los presupuestos del Gobierno ZP son electoralistas. Personalmente pienso que no, y que, una vez más, la frivolidad de Mariano Rajoy le ha llevado a un ataque sin mucho sentido contra el proyecto gubernamental. Ahora bien, lo que parece resquebrajarse es la estrategia primera de ZP, llamada social-nacionalismo, o alianza con todo grupo nacionalista, sea independentista o constitucionalista, para aislar al PP.
En Francia, la misma estrategia, diseñada por Madame Royal, produjo un efecto ‘boomerang': cuando el votante francés vio que se aliaban los conservadores centristas con los troskistas, todos contra Sarkozy, les resultó tan sospechoso que decidieron dar la razón al aislado y le convirtieron en presidente de la República. A lo mejor Nicolás daba miedo, pero más miedo provocaban ciertas alianzas, más histéricas que históricas, más conniventes que coincidentes.
De esta forma, hasta un personaje bastante frívolo -no tonto, pero sí frívolo, como Mariano Rajoy puede ganar las elecciones en marzo. Dicho de otra forma, a ZP se le empieza a ver el plumero.
Eulogio López
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