Sr. Director:

 

Me gustaría expresar libremente una opinión y que se me leyera sin prejuicios. Los acontecimientos del 11-M nos han de hacer reflexionar acerca del hecho de la inmigración marroquí (mayoritariamente islámica) en nuestro país.

Recordemos que días después del atentado se hizo una encuesta en Marruecos acerca de lo que opinaban sus ciudadanos de la masacre, y la respuesta no pudo ser más reveladora. Una mayoría muy notable justificaba de alguna manera el atentado, demostrando así el profundo desprecio que nos tienen nuestros vecinos del sur. Ninguna razón nos hace merecedores de ese desprecio, nosotros que los acogemos y les damos todos los derechos ciudadanos que no obtienen en su país de origen, que los mantiene en un infradesarrollo descorazonador.

La cuestión es: ¿interesa realmente una inmigración así, o por el contrario debemos potenciar aquella otra procedente de los países hispanoamericanos que hablan nuestra misma lengua y pertenecen a nuestro mismo ámbito cultural y con la que estamos ligados por lazos de afecto y reconocimiento mutuo? Es notable la diferencia afectiva y de educación entre una y otra inmigración. La una es un caballo de Troya presto a cualquier tipo de movilización y manipulación por parte de aquellos que saben muy bien como inflamar esa animadversión que muchos de ellos esconden dentro de sí y que constituye la semilla de un conflicto de consecuencias incalculables. En cambio, de la inmigración hispanoamericana no puede provenir ese conflicto, puesto que ellos ya están integrados en nuestra cultura de forma natural hasta el punto de que Hispanoamérica y España conforman una misma entidad, por lo que una política de inmigración inteligente debería tener en cuenta esta realidad.

Ángela García

ibistoner@hotmail.com