El País, que trabaja a pachas con Baltasar Garzón, está empeñado en que el tesorero del PP, senador Luis Bárcenas, dimita, una vez que el juez Baltasar Garzón le acusa de haber cobrado más de 1 millón de euros en sobornos. Por tanto, por higiene democrática, debe dimitir.
Nunca me ha gustado este principio progresista de la higiene democrática. Más bien creo que los progres, siempre tan puritanos aunque rara vez puros, manifiestan una cierta tendencia a confundir moral e higiene.
Veamos: si Bárcenas es inocente debe dimitir. Hay alguien que sabe mejor que el juez si Bárcenas cobró sobornos, y ese alguien es Bárcenas. El imputado sí puede demostrar ante la opinión pública si cobró sobornos mostrándonos su patrimonio y el de sus familiares. Porque si resulta que Bárcenas sigue teniendo la misma vivienda, los mismos automóviles y similar cuenta corriente, se demostrará que el corrupto no es el senador, sino el magistrado.
La justicia es lenta, la justicia, sobre todo en España, está corrompida por ideologizada y sectaria, la justicia se contradice entre sus distintas instancias y, por último, la justicia responde a la ley, pero la propia ley puede ser injusta -por ejemplo la ley del aborto- y, además, equívoca. Por todo ello, la justicia es injusta. Y, de la misma forma que no aceptamos la guerra preventiva, no podemos aceptar la dimisión preventiva.
Acabo de realizar una defensa del PP, cuando mi ilusión política es que el PP se escabondrie, única forma de que se regenere la política española. Este artículo no ayuda nada a mi causa. Pero es de justicia.
Eulogio López
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