Sr. Director:
Frente a la realidad del hecho religioso en España, lo mismo que frente a la crisis económica, existen diversas apreciaciones o "sensibilidades" no coincidentes.

Para gran parte de la izquierda y del Gobierno, todo es normal, desde el relativismo ético y moral, el laicismo, la supresión de signos religiosos -crucifijos, Biblia, funerales de Estado, capellanes en hospitales y fuerzas armadas- hasta atacar el derecho de los padres a la objeción de conciencia, en la educación moral de sus hijos. Además como colofón, el aborto y la eutanasia,  signos de libertad, civilización y progreso.

A otros muchos, no cuantificables, ni de derechas sólo, ni todos de la oposición,  nos parecen tales actitudes un pernicioso "regresismo", una vuelta atrás y a una clara señal de ir por mal camino.

Es evidente que, por todos los medios, se trata de suprimir en todos los ámbitos de la vida, la presencia de Dios, de la Iglesia y de lo religioso. Se les  relega al ámbito de lo  privado y aquí no pasa nada.

Muy pocos, entre la clase política sobre todo, valoran las consecuencias futuras de tales actitudes antirreligiosas.

Sin Dios, la convivencia será cada día más dura y difícil. Sin el freno moral que supone la educación religiosa, las familias se irán disgregando y sin el respeto a lo religioso el hombre será más infeliz y desesperanzado. Por sus frutos…

Miguel Rivilla San Martín

miriv@arrakis.es