Grecia respira aliviada tras el acuerdo de la eurozona de comprometerse a poner 30.000 millones de euros al 5% para un plan de rescate. Alivio y solidaridad de carne y hueso que diría Papandreu. Lo que más ha llamado la atención es que España se comprometiera a poner más de lo que le marca su cuota en el BCE: 8,3%. Si cumpliera con su cuota, la broma nos saldría a 2.400 millones de euros. Pero España va más lejos y sube su aportación a 3.600. Es verdad que se trata de préstamos remunerados al 5%. Pero teniendo en cuenta que el mercado los cotiza al 7%, es todo un regalo. La razón es que no hay nadie más interesado en que se salve a Grecia que España. Si Grecia cae, la siguiente en el dominó es Portugal; y la siguiente, España. Por eso, la solidaridad española tiene su punto de interés pragmático.
Lo explicita Zapatero en su entrevista en el Financial Times. Comparte con Van Rompuy que la UE no puede dejar caer a Grecia, pero interpreta además que la UE ha acordado apoyar a cualquier país de la zona euro con problemas mano a mano con el FMI. Por supuesto, se incluye.
Sobre el dinero que tendrá que poner, sigue jugando a trilero. No va a haber ningún problema porque no computará a efectos de déficit, sino que se trata de un préstamo. Y reitera en varias ocasiones que España tiene una tasa de deuda 20 puntos por debajo de la media de la UE.