Sr. Director:

Es evidente que el turismo genera mucha riqueza y que ha sido el motor de nuestra economía. Lo cual ha originado un aumento ininterrumpido de nuevas construcciones en zonas costeras, y el que cada año se supere el número de visitantes del anterior hasta llegar a la masificación que se está dando en bastantes zonas de España.

El afán de obtener más ganancias no es malo en si, pero tiene un límite que, en este caso, viene dado por la escasez de espacio, de agua, y de energía eléctrica. Las consecuencias de no tenerlo en cuenta son las urbanizaciones e instalaciones turísticas que se van empalmando una tras otra, hasta no dejar apenas espacios naturales libres en nuestro litoral. También el que los pozos del levante español se estén salinizando y los acuíferos agotando.

Y no es ajeno a este crecimiento desmesurado, los apagones eléctricos que cada vez se suceden con más frecuencia durante el verano. La solución no está en los transvases ni en la mejora de las estructuras para acoger a más turistas todavía. Hay que poner un límite. Ni la libre y legítima iniciativa económica de los sectores turístico e inmobiliario, ni el afán recaudatorio de los ayuntamientos, ni el que los gobiernos autonómicos aspiren a incrementar la riqueza de sus comunidades, justifican el que estemos matando la gallina de los huevos de oro e hipotecando nuestro futuro.

Isidro Vidal Badía

isidrovidalbadia@yahoo.es