La institución está por encima de las personas, afirma Francisco González, presidente de BBVA, para justificar las prejubilaciones de directivos a los 52 años (él tiene 58) y los ceses forzados de consejeros por el caso de las cuentas opacas.
Pues no, señor González, la institución BBVA, o cualquier otro banco, empresa u organismo, no es más que un conjunto de personas con objetivos comunes. Cada una de esas personas son más importantes que el conjunto de la institución. FG afirma que no se arrepiente de haber hecho limpia en el Consejo (desde luego, ahora cuenta con vocales de fidelidad perruna), aunque manifiesta que, por el bien de la institución, a lo mejor se excedió.
Por supuesto que lo hizo: si los consejeros eran inocentes no debieron ser cesados. Por ejemplo, Juan Entrecanales o Alfonso Cortina, dos de los expulsados, a lo mejor no están muy de acuerdo con el muy institucional sentido de FG. Y aún peor resulta el caso de los ejecutivos, para alguno de los cuales FG no tuvo especiales miramientos.