El suicidio se presentó como la única solución. Me sentí absolutamente solo y con tanta angustia que prefería morir antes que seguir viviendo así".

Esta desgarrada afirmación resuena insólita en un mortal ufano, optimista, lleno de vida. Zumba a inverosímil oír al padre John Paul Mary, antaño Paddy Kelly, charlar de la hora suprema, cuando desparrama júbilo.

El que fuera patriarca de The Kelly Family, exhibió sus entretelas y narró como se verificó, de ser un famoso del pop a ser un mortal desalentado y más tarde, un monje risueño. Era célebre, no podía marchar por la vía pública sin ser identificado y continuamente tenía que aguantar a los fotógrafos que le acosaban. En 1998 se refugió en una atalaya particular, un mansión muy grande, con un parque y jardín florido. Esa era la existencia de Paddy Kelly, supuestamente lo poseía todo, pero en lo recóndito carecía de algo, estaba viviendo vacío, en una amarga soledad y un angustioso silencio.

Sollozó abatido pero el Señor pasaba por allí y le proporcionó el resuello del consuelo que precisaba. Resolvió dar su vida a Cristo, con plenitud, pero renunciaba a muchos seres queridos.

Su prometida le manifestó "Si eres mas feliz con Jesús ve con Él". Y Paddy determinó ofrendar la afición a la canción, el amor a su estirpe y a su futura esposa, por un Amor inconmensurable, el de Dios.

La abnegación y la entrega a Dios es un amor perfecto y sublime; llena el corazón de armonía y de gozo. Dios le ha dado un beso, a Paddy, en la frente y siempre brillará como un lucero. 

Clemente Ferrer Roselló

clementeferrer@yahoo.es