Lo único que no soportan los nacionalistas es que se le ignore. De esta forma, siguiendo a Tomás Moro, resulta que los nacionalistas se homologan con el Padre de la Mentira, que lo único que no soporta es el desprecio pero no quisiera o aceptar ese tipo de radicalismos, no es propio de una persona moderada como yo. ¿Por qué Zapatero se ha comportado con los nacionalismos vasco y catalán con tanta complacencia? Pues porque el pensamiento político del presidente no está en el Estrecho de Ormuz, sino en el social-nacionalismo. Él consideraba que si era capaz de acercarse a CIU y PNV, aislaría al PP. Por eso dio alas a uno y otros -en Cataluña, el PSC le cambió a CIU por ERC pero el juego seguía siendo el mismo- y por eso afirmó en el Congreso de los Diputados que aceptaría cualquier Estatut surgido del Parlament catalán -le salvó el recurso de anticonstitucionalidad presentado por el PP- y por eso entronizó al lehendakari Ibarratxe en el Congreso.
Con ello, ZP se convertía en un aprendiz de brujo, en un insensato enorme. No se daba cuenta de que los nacionalismos -en especial el nacionalismo vasco- es un nacionalismo adolescente, que lo único que no soporta es que "no se le tenga en cuenta". Convertir al lehendakari en reina por un día del Congreso suponía acentuar peligrosamente su tendencia a mostrarse como una ‘prima donna'. ZP pensó que su puesta en escena en Madrid tranquilizaría su impúber tendencia al imposible… mientras lo que hacía era multiplicar su locura ególatra.
Si a un tanzano le explicamos que una región poblada por 2,5 millones de habitantes -estamos ya en los 46 millones de residentes en España- donde los nacionalistas son la mitad, los que se creen en serio la independencia no llega ni a la mitad de esa mitad, y si le añadimos el hecho de que toda la política española desde 1975, ha estado marcada por esa minoría, que calculo supera por muy poco el medio millón de personas, el tanzano pensará que los españoles nos hemos vuelto locos.
Si, además, le añadimos que esa población no sufre ningún acoso político -de hecho es ella la que acosa- que tiene un grado de autonomía no conocido en toda la Unión Europea, que en Euskadi nadie pasa hambre sino que, por el contrario, cuenta con una envidiable renta per capita, entonces el tanzano concluirá que no es que estemos locos sino que estamos tontos.
Fue ZP quien con su talentosa e interesada estrategia ha forzado a Ibarretxe, que llevaba dos años sin ser portada de periódicos, mucho más de lo que puede soportar sin que la modestia le haga enloquecer. Y fueron los socialistas catalanes, con sus tripartitos, los que han criado el grupo de pirómanos que nos asola.
Tras el pasado seis de junio, cuando ETA rompe la tregua la estrategia de ZP ha pasado del blanco al negro: ahora toca mano dura con los nacionalistas. Pero ya es demasiado tarde, entre otras cosas porque los socialistas catalanes han preferido pactar con los independentistas y porque, ahora, quien exige un referéndum de autodeterminación no es la proetarra ANV, sino el ególatra-adolescente PNV.
A esas alturas, con las hormonas de Ibarretxe a flor de piel, intentando llamar la atención la solución se presenta difícil, pero continúa siendo la misma: un pacto, no antiterrorista, sino anti-nacionalista, entre PSOE y PP. No creo que ninguna de las dos formaciones saliera perjudicada en las urnas por ello, tampoco los socialistas, a pesar de las frivolidades pretéritas de ZP.
A medio plazo, aprender de los errores: la adolescencia es una enfermedad que se cura con el tiempo. Ni caso. Hay otros objetivos más importantes de los que ocuparse: el papel de España en el mundo, la promoción económica de los más menesterosos, los derechos fundamentales, el desprecio por la vida, y la disgregación de la familia: sin duda el principal problema.
O sea, que a Ibarretxe, ni caso. El chaval es un poco plomo, pero se trata de un plomo forjado en Moncloa.
Eulogio López
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