El libre acceso a la píldora postcoital sin necesidad de receta médica ni límite de edad, anunciado en conjunto por las ministras Trinidad Jiménez y Bibiana Aído, ha causado perplejidad en medios sanitarios.
Al día siguiente del anuncio vemos que los profesionales de la sanidad reclaman un análisis científico riguroso sobre las consecuencias de la universalización de la llamada píldora del día después, dado que los argumentos expuestos por las ministras chocan con la evidencia más elemental. Frente a la afirmación sin pruebas de que este producto no es abortivo, los expertos establecen que la píldora evita que el óvulo, ya fecundado, pueda implantarse en el útero en un alto porcentaje de ocasiones, a eso se le llama clara y llanamente aborto.
Afirman también los facultativos que por supuesto que produce efectos secundarios, desde náuseas y vómitos hasta trastornos ginecológicos y neurológicos. No se trata de informaciones confidenciales o puramente técnicas, sino que aparecen con toda claridad en el prospecto de alguna de las marcas más conocidas. Podría incluso facilitar la aparición de enfermedades infecciosas y, en el plano psicológico, sitúa a las adolescentes ante una decisión que puede acarrear secuelas muy complejas.
A mayor abundamiento, se demuestra que el medicamento aumenta también el riesgo de enfermedades de transmisión sexual. Pienso que además de pretender distraer la atención a los ciudadanos y trivializar la sexualidad humana, la propuesta es una ligereza.
Valentín Abelenda Carrillo
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