Lo malo de un proceso judicial es que es una puerta que cuesta abrirla más que cerrarla. Tras pasar 48 horas en la cárcel, el líder proetarra Arnaldo Otegi, se las mostraba muy felices. Incluso, aconsejó paternalmente al Gobierno para que no se dejara llevar por la inmadurez. Sin embargo, el caso judicial ya estaba abierto y el fiscal insiste en encausar -como no podía ser de otra forma- al líder batasuno. Esto significa que el proceso continúa y que la libertad bajo fianza no es más que es una libertad condicionada. Ahora bien, Batasuna no esta dispuesta a seguir con el proceso de paz con un líder sentado en el banquillo de los acusados y pendiente de una condena: exige al Gobierno que le libere. Sólo que un gobierno, mejor dicho, una democracia, no puede influir en la decisión de un juez, al menos no hasta ese punto.
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11/12/24 13:38