En Francia no existe ningún tipo de regulación

Desde que la CMT resolviera que no había ningún tipo de restricciones para el despliegue de fibra óptica se ha armado la de S. Quintín. Por supuesto, con estas condiciones, Telefónica se ha dispuesto a iniciar el despliegue de red. Una inversión que supera los 8.000 millones de euros. Pero Vodafone arremete contra la CMT argumentando que está acabando con el ecosistema.

Y este miércoles le ha llegado el turno a Orange. Su presidente en España, Jean Marc Vignolles, ha anunciado en la mañana de este miércoles que llevará el asunto a la Audiencia Nacional (AN). Si por un casual, la AN aceptara las medidas cautelares que probablemente pedirán, se estaría ralentizando el despliegue de red. Porque en esas condiciones Telefónica no sigue. Y eso significa que no se iniciaría la inversión prevista de más de 8.000 millones de euros, que se ralentiza la creación de empleo y sobre todo, que se retrasa el desarrollo de la sociedad de la información: TV por cable y demás servicios de valor añadido. Una verdadera revolución.

"Augura más una vuelta al monopolio que a la competencia efectiva", señala Jean Marc Vignolles. Un pelín disparado. No existe monopolio: cada uno puede invertir lo que quiera. Orange, también. El problema es que Orange no quiere invertir y prefiere chupar rueda de Telefónica. Algo impensable en Francia, donde opera como dominante. En Francia no existe regulación y cada uno hace las inversiones de fibra que considera rentables. ¿Por qué esa doble vara de medir?, le vienen a preguntar. Vignolles no contesta, se refugia en que no entiende bien el español y se va por peteneras. Sí entiende. Entiende demasiado bien. Lo que pasa es que es mucho mejor chupar rueda que ponerse a invertir millones. Aunque pague el contribuyente francés. Mucho mejor que pague el accionista español.