El vicepresidente Pedro Solbes ha demostrado su incapacidad para pilotar la nave económica en una tormenta. Él mismo sabe que ya está condenado y que la cinegética soberbia de su ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, ha estado en un tris de provocar un adelanto de la gran crisis de Gobierno que se prepara para después de las elecciones europeas, que podrían convocarse para el 7 de junio.
El candidato más lógico, partidario del Felipismo, es Joaquín Almunia, pero el comisario europeo se encuentra muy a gusto en Bruselas y preferiría repetir en la Ejecutiva de la UE. Además , Almunia deprecia a ZP, a quien considera un patán, y ZP es un maestro del rencor: no lo perdona.
Otro candidato es el secretario de Estado de Economía, David Vegara, representante del socialismo catalán, pero que aún ha mostrado menos brillantez que su actual superior. Pedro Pérez es el candidato de Solchaga, pero no parece que sea una figura capaz de ponerse al frente de la política económica. Las relaciones entre Miguel Sebastián y ZP han pasado por un mal momento y aunque es cierto que ahora se han recuperado, la amistad de antaño no ha vuelto. Además, Sebastián ha tenido que pagar un alto precio por recuperar el favor de La Moncloa: nada de meterse en operaciones empresariales.
No, ahora el economista favorito de ZP es el secretario de Estado de la Seguridad Social, Octavio Granado. El sindicalista burgalés es el más consultado por el presidente a la hora de proponer medidas económicas. ¿Cuál es la ideología de Granado? Pues la subvención pública. De hecho es un administrador subvenciones. El hombre del que se puede prendar un demagogo como ZP.
Y es que el líder socialista ya ha renunciado a solucionar los problemas de los ciudadanos. A estas alturas, dicen sus próximos, se nos ha vuelto cínico, y sólo espera una mejoría en la situación de la economía internacional que le permita sacar la cabeza del agua. Lo único que le interesa es permanecer en La Moncloa el mayor tiempo posible, aunque para eso se haga necesario crispar el país con acusaciones de corrupción y la inestimable ayuda de todo su aparato mediático, especialmente de la televisión, que la controla como nadie la ha controlado durante toda la etapa democrática.
Eulogio Lópezeulogio@hispanidad.com